Llega poco a poco, oigo cómo para, me atrae y subo. Es un tren grande, azul. Cuando entro es espacioso y me siento. Los asientos son cómodos. Me siento al lado de unas chicas que parecen simpáticas, me miran, me hablan, me cuentan sus historias, parecen divertidas: conozco a todos sus amigos, sus amores, sus desamores, sus ilusiones, deseos, promesas,... en definitiva, todo.
Me quedo ahí bastante tiempo, pero el viaje es demasiado largo y ellas bajan en la siguiente parada.
Sola. Siento miedo y camino a lo largo del vagón, pero la gente me mira extrañada, como si fuera de otro lugar. Sigo caminando con la cabeza agachada para evitar que ciertas miradas se junten con la mía.
Llego a un sitio que parece más cerrado, íntimo, que me gusta y me siento. Aparecen varias chicas, parecen conocerse de toda la vida, y es verdad! Cuando llego me hacen sentirme una más de ellas, pasamos muy buenos momentos, pero desgraciadamente es un grupo cerrado, no admiten a nadie, son sólo ellas, se encierran en sí mismas, son bastante tímidas, un defecto que les pesará en el cuerpo.
Finalmente, por voluntad propia acabo yéndome a pesar de que hay grandes personas dentro del grupo, pero una de ellas es el líder y no se puede hacer nada. Intentan que me quede pero yo no puedo más y sigo mi camino.
El viaje sigue, el tren parece que no acabe nunca, vagones y vagones, se quedan detrás de mí.
Abatida llego a un asiento cualquiera y me siento, derrotada, pero inesperadamente aparecen varias personas que ya conozco y que me han dado una sorpresa porque no creía que se habían interesado en mí. Todo empieza igual y me da miedo de que acabe como siempre, pero ellas me ayudan, me cuentan sus locuras, sus tardes absurdas, y lo que me sorprende de ellas es que no se esconden nada, se lo cuentan todo, el cariño y su amistad es lo que las une y poco a poco soy casi como ellas.
Realmente estoy agusto donde estoy, porque me hacen sentir bien, saben cuando estoy bien y cuando estoy mal me dan muchos consejos, muchos abrazos, tantos gestos que significan tanto para mí...
Todavía no he bajado del tren, mi parada aún no ha llegado pero espero que podamos bajar. Ellas y yo juntas en la misma parada: cogidas de la mano atravesando los vagones, sin que nadie nos detenga, bajando los escalones, juntas, andando por las vías y esperar el siguiente tren.