En temas del corazón, nadie puede predecir nunca nada. ¡Ay, el corazón! ¡Cuánto esconde! ¡Cuánto calla! ¡Cuántas sorpresas nos tiene preparadas! Quizás ese sea el secreto de su éxito. Quizás sea su forma de defenderse ante el peligro, aunque muchas veces esté indefenso y acabe herido. Pero... ese es otro tema que trataremos en otro momento.
Yo ahora quiero hablar de lo sabio que es el corazón. De que eso que dicen de que el corazón está por encima de la razón o de que te guíes por las corazonadas. Y, ¿cómo es eso posible? ¿Cómo te puedes fiar más de un órgano que de tu propia mente, tus pensamientos e ideales? Pues ni yo misma lo sé. Pero el caso es que es un fenómeno revolucionario que hasta la persona menos interesada, se lo preguntaría.
Y si ya hablamos de amor.... Ufffff, ¡no te quiero ni contar! Que palpita muy fuerte cuando conoces a alguien. Que duele cuando dejas a alguien atrás. Que palpita muy fuerte cuando tienes a esa persona a tu lado durante un tiempo indefinido. Que duele cuando alguien te deja. Que palpita muy fuerte cuando te dicen 'te quiero'. Que duele cuando te hacen daño con mentiras. Que palpita muy fuerte cuando sabéis que estáis hechos el uno para el otro. Que duele cuando el amor no es correspondido.
Al corazón no se le puede parar, es como el tiempo. Sabe curarse con el paso del tiempo, y aprende a defenderse y protegerse como un ser humano. Que no puedes ponerle barreras, porque es invencible. Porque aunque no hable, siempre tiene algo que decirte. Es sabio, porque tiene todas las respuestas, sólo hace falta que le escuches.
¿No te ha ocurrido muchas veces que aunque vaya a salir algo mal tú sigues intentándolo? Ahí está el corazón susurrándote que sigas y que aunque caigas, que te levantes. Porque quien no arriesga, no gana. Apuesta por el corazón que él siempre quiere que hagas las cosas por algo aunque para ello tenga que hacerse daño a sí mismo. Lo hace exclusivamente por ti.
¿No te ha ocurrido muchas veces que aunque vaya a salir algo mal tú sigues intentándolo? Ahí está el corazón susurrándote que sigas y que aunque caigas, que te levantes. Porque quien no arriesga, no gana. Apuesta por el corazón que él siempre quiere que hagas las cosas por algo aunque para ello tenga que hacerse daño a sí mismo. Lo hace exclusivamente por ti.