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domingo, 9 de noviembre de 2014

Ambidiestra

Todo sale al revés. Si es que ya lo tengo más que demostrado, que cuanto más planifiques, las cosas salen completamente al contrario. Esto no quiere decir que vaya de bien a mal, sino que se toman diferentes caminos para llegar al mismo sitio.

Yo iba a ser zurda de pequeña, pero mi madre por aquella época me enseñó a que escribiese con la derecha (como hicieron con ella a mi edad). Muchos pensaréis que qué horror, pero para mí era un chollo: podía escribir y pintar con las dos manos y si me cansaba con una mano, seguía con la otra. Sigo orgullosa de poder hacerlo y os voy a contar algo que llama la atención a mucha gente que me conoce: me lavo los dientes con la mano izquierda aunque sea diestra. Curioso, sí.


Nada de lo que planificas sale como esperas. Al final sale, sí, pero la planificación se va al garete. Y eso me pone un poco de los nervios, porque soy doña organización y planificación. Pero la vida me está enseñando a que me deje llevar: que surja lo que surja, como surja y cuando surja. Que todo lo mire desde otra perspectiva, que no hay una solución única. Sin límites, que nada me agobie ni me altere porque al final las cosas saldrán. Y eso parece que gusta a todo el mundo, sin presiones. Y parece que a mí, poco a poco, también me va gustando.