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miércoles, 3 de noviembre de 2010

Reflexión

Muchas veces, las cosas no salen como uno quiere, y simplemente hay que aceptarlas aunque hayan salido mal. Pero de los errores se aprende, ¿no? Las oportunidades llegan tarde o temprano, sólo hay que esperar, y cuando lleguen, abrázate a ellas lo más fuerte que puedas para que no se escapen jamás.
Esta reflexión me trae a la cabeza una frase que simplifica todo lo dicho anteriormente: "Más vale tener suerte que talento".

Señales

Todo su cuerpo era una sucesión de acontecimientos hermosos y también dolorosos, es verdad, la vida no es un camino de rosas. Su cuerpo se había formado según lo que había vivido, según lo que había afrontado, según lo que había temido. Se había adaptado a esa manera peculiar de vivir y sentir la vida: sumida en los complejos, el pesimismo y el miedo. Y eso en su cuerpo hacía mella: por sus venas corría la soledad y la falta de cariño.

Ella se daba cuenta de su propia autodestrucción, pero no podía evitarlo, esos pensamientos eran irracionales e incontrolables.

La única solución era su medicina para regenerar ese cuerpo prohibido: inyectarse una dosis de adrenalina, alegría y pasión.

Secretos inconfesables

¿Alguna vez has tenido un secreto que no has contado nunca a nadie? Eso le pasaba a ella, y si no lo decía pronto, explotaría. ¿Cuánto aguantaría sin decirlo? ¿Se enfadarían sus confidentes por haberlo contado demasiado tarde?

Sólo tenía que probar: Abrir su boca y dejar que las palabras fluyeran...