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domingo, 20 de noviembre de 2011

Sí que existe

6.840.507.000 de personas somos en el mundo. La probabilidad de encontrar a nuestra media naranja es casi imposible. Puede que la encuentres cuando ya empiezan a aparecer esas pequeñas arruguitas y pienses que el amor ha acabado ya. También lo puedes encontrar inesperadamente, en la flor de la vida. Esa etapa en la que ríes por todo, en la que la amistad es uno de los pilares fundamentales, en la que te comes el mundo, en la que el cansancio no existe para ti... Es uno de los mejores momentos, y encontrar a alguien puede ser una de las experencias más enriquecedoras y maravillosas de tu vida.

Conocer a ese alguien, no parar de hablar y ver cómo pasa el tiempo mientras escuchas su voz. Cuando lo ves, ese molesto nudo en la garganta o en el estómago que te impide articular palabra. Cuando te coge la mano por primera vez y sientes su mano caliente, y empiezan a brotar esas mariposas. Cuando te abraza y sientes sus brazos rodeándote, protegiéndote de cualquier peligro. Cuando te acaricia y sientes cómo tu piel se eriza. Cuando le acaricias y crees conocer todos los lunares de su cuerpo. Cuando os besáis y vuestros labios son el compás perfecto. Cuando escuchas por primera vez el latido de su corazón y te parece el mejor ritmo que jamás has escuchado en tu vida. Cuando te dice palabras bonitas e inconscientemente se te pone una cara y una sonrisa de tonta. Cuando vuestras almas se juntan por primera vez...

Pero también vienen las primeras rencillas, peleas, crisis, que se arreglan con esas dos palabras, esas ocho letras que nos gusta oír tanto: te quiero. Y que a pesar de todo, no puedes enfadarte porque ya es parte de tu vida y al dejarlo fuera moriría una parte de ti.

Desde mi experiencia aconsejo no decir las palabras tabú (así es como las llamo): Siempre y nunca. Aunque en esto del amor tienen mucho que ver. No se pueden decir así a la ligera y a cualquiera. Pero cuando encuentras a tu media naranja están permitidas y puedes decirlas cuantas veces quieras.

Sé que es algo imposible e improbable de que ocurra, pero yo creo en el destino, en las excepciones y merezco algo como esto. Tarde o temprano, pero llegará. Aunque mi cabeza diga que no, mi corazón dice que sí. Y quiero que gane el corazón.

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