En la vida se presentan muchas oportunidades, tú decides si cogerlas o no. Muchas veces nos quejamos porque no vienen, nos cansamos de esperar y finalmente tiramos la toalla. La vida es sabia: nos sorprende y nos brinda con más oportunidades de las que nos creemos; siempre están ahí, sólo hay que crearlas para poder disfrutar de ellas.
En el caso del amor, las oportunidades son infinitas. Toda nuestra vida se basa en el querer y no querer; amar y ser amado; lo que pudo, puede y podrá ser.
Muchas veces he pensado y deseado en que llegase aquel momento mágico como lo llamo yo, pero tanto desearlo ha hecho que sufra las consecuencias. Mucha gente es la que me ha dicho: "Tranquila, llegará en cualquier momento". Yo hacía oídos sordos y no les creía. La vida sabe recompensar y me regaló ese momento fugaz. El momento más corto de mi vida y a la vez el más hermoso. No me di cuenta de lo que estaba haciendo ni de lo que pasaba, de lo único que me daba cuenta es de que mi corazón latía, de que la felicidad corría por mis venas, de que volvía a vivir, de que realmente las cosas llegan en los momentos menos inesperados. Y así fue, corto pero intenso.
Continuamente miraba el reloj: estaba luchando contra el tiempo. No quería que corriese otro segundo más. Él me hizo poner los pies en la tierra. Por primera vez en mucho tiempo volví a creer en el amor.
Pero inevitablemente las despedidas llegan, las promesas se van y las mentiras se descubren. Lo que antes te parecía grande, ahora se hace pequeño; lo que antes veías de color, ahora lo ves blanco y negro. Ilusa de mi que creo en los imposibles y en esos pequeños deseos tuyos que no se verán cumplidos. Pronto descubres que esa magia de la que tantas ganas tenías de sentir se emborrona y se va poco a poco.
No haces más que vivir en el pasado, en los recuerdos, en lo que pudo haber sido y no ha sido aunque lo desearas con todas tus fuerzas. Pasaron dos meses que sinceramente no viví, más bien me consumía poco a poco sin darme cuenta. Sólo era él, él y nada más que él. Vivía sonámbula en un sueño del que no quería despertar.
Hasta que hubo un momento que dije: "Stop, esto no puede seguir así." Gracias a todos los que me ayudaron a seguir adelante y a mi misma, he conseguido cicatrizar la enésima herida de mi corazón. A partir de lo que me dijo una amiga mía reaccioné porque llevaba toda la razón del mundo: "El objetivo de esta vida es encontrarse a uno mismo, si por el camino encuentras a alguien que te ayude a caminar perfecto; si no, puedes hacerlo tú mismo: el ser humano es capaz de hacerlo solo".
Así que no perdí el tiempo con él, le dejé libre. He de aceptar que eres una parte de mí, de mis momentos y mis recuerdos. Que aunque para ti fui una más en tu infinita lista, para mi fuiste el primero y siempre estarás ahí aunque yo en la tuya no haya sido capaz de influir. Llega un momento en que lo has superado. Escribir en cualquier parte todos tus malos momentos te ayuda a reflexionar y a liberar tensiones, ¿eso quiere decir que lo he superado, verdad?
He tenido muchos momentos de soledad y tristeza y que cuando me he caído no sé cómo, me he levantado de nuevo. Las caídas son las que realmente te dan la fuerza necesaria para salir adelante, para empezar otra vez sin descanso el camino que has elegido: que cuando acaba una cosa, empieza otra y que nunca hay un fracaso, sino siempre una lección.
Mi lección: Vivir intensamente cada momento, disfrutar de los pequeños instantes de la vida (las risas, los abrazos, una disculpa, un regalo inesperado, un rayo de sol o la luna en todo su esplendor), los amigos, la familia, mantener la fe; no esperar a las oportunidades, sino crearlas, y sobre todo y lo más importante, ser feliz.
¿A qué esperas? ¡Venga, vete a comer el mundo!
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