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domingo, 25 de noviembre de 2012

Infinito

Ella es mi origen por partida doble y más adelante explicaré el por qué.

A ver cómo empiezo... Voy a comenzar como el típico cuento... Todo comenzó una mañana de recreo hace 4 o 5 años: tener amigas en común nos hizo conocidas. La primera vez que hablé con ella me pareció una buena chica y siempre se reía. El destino o como lo queráis llamar nos juntó en clase al año siguiente: Ella estaba sentada justo detrás mía y ahí empezó todo. Me gustaba cuando me daba con el dedo índice en la espalda para que me girase y hablásemos a pesar de que nos ganásemos un toque de atención del profesor. Cada vez era más la afinidad y ya sin que ella me dijese nada, yo me giraba y le contaba cualquier cosa que se me viniese a la mente.

Ella fue la intermediaria entre sus amigas y yo, y en verdad eran muy parecidas y muy agradables. Poco a poco nos hicimos amigas de clase, que no íntimas. Para eso, tuvimos que esperar hasta el año siguiente en el que fue el año de los cambios: futuro profesional. Creo que fue uno de los momentos más importantes en nuestras vidas porque justo cuando todo empezaba a ir bien, teníamos que separarnos y ya no veríamos nuestras caras de sueño o los nervios antes de un examen. Fue una etapa muy fugaz.

El primer año de carrera, fue un año importantísimo y aprendimos que a pesar de todo, si luchábamos por lo que queríamos, todo iba salir bien. Y así fue, seguíamos juntas y con más fuerza que nunca.

Ella se convirtió en mi confidente, porque te daba esa serenidad y comprensión que yo llevaba pidiendo desde hace mucho. No había día que no la llamase por teléfono o hablásemos por el ya tan olvidado messenger.

Como parte de la vida, el amor llegó a su vida y ahí de nuevo, ella fue el puente y el segundo origen. Personas que no nos conocíamos de nada nos juntamos a raíz del amor de dos personas muy importantes en mi vida. Formamos una segunda familia.

No he conocido persona más romántica en mi vida y en verdad ella siempre ansiaba un cuento de hadas. Y lo consiguió y sigue manteniendo a su príncipe y Romeo particular.

El verano gusta a todos y yo tuve la grandiosa oportunidad de pasar con ella y otras amigas una semana de desconexión en playas del sur. Fue nuestra primera vez y en verdad, no podía haber imaginado que fuese tan especial e increíble. Los viajes unen, pero no sabéis cuánto.

Empezamos el siguiente año con más ilusión que nunca, con las pilas cargadas. Aunque durante unos meses, el dicho que resume esos meses es: "Quién bien te quiere, te hará llorar". Y en efecto, no puedo estar más de acuerdo con este refrán. El hilo se tensaba, se tensaba y se tensaba y yo incluso llegué a pensar que se rompía dejando atrás tantos buenos recuerdos.

Pero en verdad, la amistad es eso: superar esa tensión, y nosotras lo hicimos. Aunque hemos tenido algún que otro malentendido porque ambas somos muy cabezotas, ahora mismo ambas respiramos calma, sinceridad y confianza.

No la pido nada más, porque ella me da todo cuando está conmigo sin nada a cambio y eso me encanta y me llena con creces.

Adoro el momento en que nos conocimos y empezamos a hablar, adoro nuestros días de estrés, adoro nuestras risas, nuestros lloros, nuestras reconciliaciones, nuestros viajes, nuestras fiestas, escucharnos la una a la otra aunque ella sea más psicóloga que yo, nuestras conversaciones telefónicas que se alargan y se alargan, nuestros paseos por el centro de Madrid, nuestros viajes en autobús o tren, nuestra sinceridad, nuestra confianza, nuestras pelis ñoñas con palomitas incluidas, nuestras quedadas, el día en que descubrimos el símbolo del infinito en matemáticas y desde ese momento, tenemos nuestro infinito particular. Y así podría seguir infinitamente... ¡Pues si que dan de sí casi 3 años siendo verdaderas amigas!

Te doy gracias por haber sido la persona que originó todo. Por ser mi origen, mi motor y hacer que mi vida diese un giro de 360º. Por creer en mí y ayudarme a levantarme. No sólo eres mi origen, sino que además sé que serás mi final, caminando juntas por esta infinita amistad.

Te quiero M.


"Yo te quiero con limón y sal, yo te quiero tal y como estás, no hace falta cambiarte nada".


viernes, 9 de noviembre de 2012

Favoritos

Todos tenemos a esa persona por la que somos más débiles, nuestro ojito derecho, aquella que cuando alguien nos pregunta, rápidamente, su nombre sale solo; esa por la cual daríamos lo que fuera, esa persona que si está mal, tú también; esa por la cual cojeamos... Y quien diga lo contrario por el puro placer de complacer a los demás (valga la redundancia), miente.

Las preferencias existían, existen y existirán siempre. Claros ejemplos los tenemos en nuestro día a día: una madre por su hijo, un novio por su novia, unos recién casados, una anciana por su animal de compañía, un adolescente por su mejor amigo/a, etcétera.

También existen las personas adecuadas para momentos determinados: las que son idóneas para salir de fiesta, las que son idóneas para quedarse una tarde en casa viendo una película, las que son idóneas para hacer alguna que otra locura, las que son idóneas para ir de compras, las que son idóneas para que te escuchen en momentos malos, las que son idóneas para hacer viajes, las que son idóneas para hacer deporte, las que son idóneas para levantarte el ánimo, las que son idóneas para sacarte una sonrisa, las que son idóneas para limpiar las lágrimas de tu rostro, las que son idóneas para aguantar tus tonterías, las que son idóneas para compartir piso... Y podría seguir, haciendo una lista interminable.

Sí, eso de ser el preferido de alguien está muy pero que muy bien. Lo malo viene cuando no eres el ojito derecho de nadie y sabes que no eres la primera persona en quien alguien pensaría. Vamos, que eres el último mono.

Ya ves, es cuestión de preferencias.




viernes, 2 de noviembre de 2012

Bebe rubia la cerveza pa' acordarse de su pelo

"Me da vértigo el punto muerto, y la marcha atrás. Vivir en los atascos... Los frenos automáticos y el olor a gasoil. Me angustia el cruce de miradas, la doble dirección de las palabras y el obsceno guiñar de los semáforos. Me arruinan las prisas, y las faltas de estilo, el paso obligatorio, las tardes de domingo y hasta la línea recta. Me enervan los que no tienen dudas y aquellos que se aferran a sus ideales son los de cualquiera. Me cansa tanto tráfico y tanto sin sentido. Parado frente al mar mientras el mundo gira..."


Era obligado ya hacer una mención a mi grupo de rock español favorito.