Translate

lunes, 22 de julio de 2013

Sin mirar atrás

El pasado define quienes somos ahora y en el futuro. Siempre achacamos lo que nos ocurre tanto sea bueno o malo, al pasado. Le echamos la culpa de las desgracias que nos pasan. Mala afirmación diría yo. ¡Cómo si no pudiésemos remediarlo!

Pues os voy a contar un secreto, muy bajito, en el oído, para que se os quede en la memoria durante mucho tiempo (o al menos eso espero). Lo que define quién eres es el ahora: tus palabras y tus acciones diarias hablan de ti a los demás. El pasado, inevitablemente, ya no puedes hacer nada con él. ¿Para qué lo quieres, si tienes todos los días de tu vida para renovarte? Sí, ya, y ahora me diréis que si has cometido errores en el pasado, ¿cómo lo arreglas? Pues todo error se puede enmendar. Para todo hay siempre una solución, pero para eso no debemos anclarnos al pasado, tenemos que vivir el presente.

La siguiente pregunta que puede surgir es... He sufrido mucho en el pasado, ¿cómo seguir adelante? Ya os adelanto que esto no es nada fácil dejar atrás malos recuerdos, malas vivencias, pero no imposible: todo está en la mente. Si enseñamos a nuestra mente a pensar de forma positiva, casi todos nuestros problemas (por no decir todos) se solucionarán. Es difícil, sí, pero si coges práctica será un mecanismo tan fácil como el respirar. Es el principio de todo. Según pensemos, así sentiremos, así actuaremos. 

¿Y que me decís del futuro? Pues es tan lejano que, sinceramente, no deberíamos preocuparnos. Pero tampoco dejarlo de lado. A ver, tiene que haber un punto intermedio.

Mi futuro es tan a corto plazo que se define como no saber qué voy a comer mañana, qué ropa me pondré, o que zapatos calzaré. Estoy demasiado ocupada disfrutando cada instante que me brinda la vida. Ese es mi futuro. Y lo que queda de él... ya improvisaré, como todo en la vida. Porque nadie nace con un libro de instrucciones de cómo vivir. No hay reglas universales del vivir. Porque vivir es diferente en cada uno de nosotros.

Me repito: Todo está en la mente, que determinarán tus acciones. No mires atrás y disfruta del presente.

Que tu única preocupación cada mañana sea esbozar una sonrisa o no al nuevo día. Y yo creo que la respuesta es bastante fácil...




miércoles, 17 de julio de 2013

Cuando sepas de mí

Cuando sepas de mí, tú disimula. No les cuentes que me conociste, ni que estuvimos juntos, no les expliques lo que yo fui para ti, ni lo que habríamos sido de no ser por los dos. Primero, porque jamás te creerían. Pensarán que exageras, que se te fue la mano con la medicación, que nada ni nadie pudo haber sido tan verdad ni tan cierto. Te tomarán por loca, se reirán de tu pena y te empujarán a seguir, que es la forma que tienen los demás de hacernos olvidar.
Cuando sepas de mí, tú calla y sonríe, jamás preguntes qué tal. Si me fue mal, ya se ocuparán de que te llegue. Y con todo lujo de detalles. Ya verás. Poco a poco, irán naufragando restos de mi historia contra la orilla de tu nueva vida, pedazos de recuerdos varados en la única playa del mundo sobre la que ya nunca más saldrá el sol. Y si me fue bien, tampoco tardarás mucho en enterarte, no te preocupes. Intentarán ensombrecer tu alegría echando mis supuestos éxitos como alcohol para tus heridas, y no dudarán en arrojártelo a quemarropa. Pero de nuevo te vendrá todo como a destiempo, inconexo y mal.
Qué sabrán ellos de tu alegría. Yo, que la he tenido entre mis manos y que la pude tutear como quien tutea a la felicidad, quizás. Pero ellos... nah.
A lo que iba.
Nadie puede imaginar lo que sentirás cuando sepas de mí. Nadie puede ni debe, hazme caso. Sentirás el dolor de esa ecuación que creímos resuelta, por ser incapaz de despejarla hasta el final. Sentirás el incordio de esa pregunta que jamás supo cerrar su signo de interrogación. Sentirás un qué hubiera pasado si. Y sobre todo, sentirás que algo entre nosotros continuó creciendo incluso cuando nos separamos. Un algo tan grande como el vacío que dejamos al volver a ser dos. Un algo tan pequeño como el espacio que un sí le acaba siempre cediendo a un no.
Pero tú aguanta. Resiste. Hazte el favor. Háznoslo a los dos. Que no se te note. Que nadie descubra esos ojos tuyos subrayados con agua y sal.
Eso sí, cuando sepas de mí, intenta no dar portazo a mis recuerdos. Piensa que llevarán días, meses o puede que incluso años vagando y mendigando por ahí, abrazándose a cualquier excusa para poder pronunciarse, a la espera de que alguien los acogiese, los escuchase y les diese calor. Son aquellos recuerdos que fabricamos juntos, con las mismas manos con las que construimos un futuro que jamás fue, son esas anécdotas estúpidas que sólo nos hacen gracia a ti y a mí, escritas en un idioma que ya nadie practica, otra lengua muerta a manos de un paladar exquisito.
Dales cobijo. Préstales algo, cualquier cosa, aunque sólo sea tu atención.
Porque si algún día sabes de mí, eso significará muchas cosas. La primera, que por mucho que lo intenté, no me pude ir tan lejos de ti como yo quería. La segunda, que por mucho que lo deseaste, tú tampoco pudiste quedarte tan cerca de donde alguna vez fuimos feliz. Sí, feliz. La tercera, que tu mundo y el mío siguen con pronóstico estable dentro de la gravedad. Y la cuarta, -por hacer la lista finita-, que cualquier resta es en realidad una suma disfrazada de cero, una vuelta a cualquier sitio menos al lugar del que se partió.
Nada de todo esto debería turbar ni alterar tu existencia el día que sepas de mí. Nada de todo esto debería dejarte mal. Piensa que tú y yo pudimos con todo. Piensa que todo se pudo y todo se tuvo, hasta el final.
A partir de ahora, tú tranquila, que yo estaré bien. Me conformo con que algún día sepas de mí, me conformo con que alguien vuelva a morderte de alegría, me basta con saber que algún día mi nombre volverá a rozar tus oídos y a entornar tus labios. Esos que ahora abres ante cualquiera que cuente cosas sobre mí.
Por eso, cuando sepas de mí, no seas tonta y disimula.
Haz ver que me olvidas.
Y me acabarás olvidando.
De verdad.

RISTO MEJIDE

jueves, 11 de julio de 2013

Canciones

"La música amansa a las fieras", "la música es el alimento del alma"... Hay centenares de dichos sobre la música y todos ellos verdaderos. La música te acompaña en cualquier momento de tu vida: cuando tu madre te ponía música antes de nacer estando en su vientre, cuando escuchabas una nana, cuando tocabas algún instrumento torpemente intentando hacer "música" con él, cuando ibas a un concierto de tu grupo favorito, cuando escuchabas esa canción que tanto te motivaba en la discoteca, cuando escuchabas música con tus cascos en tu habitación a oscuras, cuando ponías música de fondo en una cena de amigos, la monición de entrada en el día de tu boda, ese cd de música que no pasaba de moda en todos los viajes familiares, la radio mientras te duchas... Y así, incluso el día de tu muerte en el funeral.

Y es que todos tenemos una canción para cada momento de nuestra vida y que nunca olvidaremos. Pero eso tiene una desventaja: cuando hemos pasado por una mala situación, en seguida identificamos ese momento con una canción en concreto. Entonces, cuando vuelves a escuchar esa canción tiempo después, por tu cabeza pasan todos esos momentos, momentos que anhelabas, intentando volver atrás, pero que es imposible regresar. El efecto contrario ocurre cuando tienes una canción para un buen momento. Es un arma de doble filo.

Pero también te sirve para saber si lo has superado: Al principio, no querrás escucharla porque te pondrás triste, después la escucharás una y otra vez de forma masoquista intentando revivir el momento aunque tengas el reproductor en modo aleatorio; tú la buscarás hasta encontrarla. Finalmente, sabrás que esa canción está ahí, y cuando suene por casualidad en tu reproductor, en una fiesta o en cualquier otro lugar y esboces una sonrisa cantándola sabiendo que ya no duele, entonces, lo habrás superado.

La música une a las personas. La música es como las fotos, tiene la capacidad de hacernos viajar a través del tiempo para recordarnos que hemos vivido buenos momentos, y no tan buenos, pero que seguimos aquí, al pie del cañón superando cada obstáculo escogiendo nuevas canciones para todos los momentos que nos esperan, completando así la lista de reproducción de nuestra vida.