Llegó en una de sus famosas reuniones. De esas de quedarse hasta el amanecer. Nueva en esto, decidió no participar mucho ya que era la primera vez que asistía a esas reuniones.
Era un día de verano, a la vuelta de un viaje de desconexión y conocer gente nueva era algo positivo. Pero seguro que era lo típico, seguro que ya no se verían más.
¡ERROR! Cada vez contaban más con ella y se sentía parte de ese grupo del sexo contrario. Una única chica pero que encajaba a la perfección. Todos eran muy diferentes y ella no paraba de reír. Se sentía bien, y lo echaba en falta: sentirse libre, ser ella misma en un ambiente distinto.
Era la novedad. Y ella no se había dado cuenta hasta ahora. Y lo mejor de todo, es que le gustaba.
Hace poco le dijeron: "Pero, ¿no te estás dando cuenta de lo que estás haciendo? Que sin hacer nada, como tú eres, tú misma, estás rompiendo los esquemas. Eres ese aire fresco que todos ellos necesitaban".
Ufff, aquellas palabras la habían dejado en shock. Pero su amigo tenía toda la razón del mundo. Entró con timidez en ese mundo y ahora se sentía la reina del mundo. Que ella podía conseguir todo lo que se propusiese, siendo ella misma, sin tener que dar explicaciones a nadie.