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lunes, 26 de enero de 2015

Love, faith, happiness

De esas ciudades que impresionan desde el minuto uno. Nada más poner un pie en la estación, supe que iba a ser un gran fin de semana.

Salidas, llegadas, gente que iba y venía. Una maleta que pesaba demasiado para un finde. Yo siempre voy bien preparada, o eso es lo que me dijo mi prima nada más cogerme la maleta. Mi prima es una tía increíble. Una tipa de mundo con mucho que contar y demostrar al mundo. Libre y sin ataduras, ella me mostró una ciudad donde dejarse llevar.

Barcelona bohemia. Barcelona cultural. Barcelona artista. Barcelona de contrastes. Barcelona bonita. 

Entre los montones de sitios a los que fuimos, hubo uno en particular que me dejó sin palabras. Recuerdo que mi prima quería que fuese una sorpresa. Llegamos a las 6 de la tarde, cuando ya empezaba a anochecer a una callejuela de esas que están bien escondidas. Y recuerdo como si fuese ayer, las palabras de mi prima Marta:

- Esto no lo tenemos en Madrid.
+ ¡Anda, seguro que sí! En Madrid tenemos de todo.
- De verdad que no, ya verás.

Y así fue. Nunca había visto un sitio así en Madrid y eso que aquí tenemos de todo. Nada más entrar había una pared enorme con sellos con palabras en ellos. A la derecha del todo, había dos chicas con dos máquinas de escribir. La cosa funcionaba así: tenías que coger un folio, y elegir tres palabras de entre todas esas miles de palabras que había en la pared. Ponerlas en el papel y a continuación, pasárselo a una de las chicas que te escribía la primera parte de un poema y cuando ella terminaba, se lo pasaba a la otra chica y lo terminaba. Todo en ese mismo momento, sin pensar.

Las palabras que elegí fueron: Love, faith, happiness. He aquí el resultado:

Mi credo eres tú en este mar de amor,
¿de qué sirve creer en un dios? Si la felicidad viene envuelta
en tu rostro... Y así dejé de orar para amarte
hasta la saciedad.

Hasta el fin de mis días,
y así seguir caminando junto a mis sentimientos,
bien agarrada, de la manita,
como si fuesen a salir corriendo.
Miraré hacia el lado y ahí seguirás,
mi mar de amor, pareciendo irreal, por ser tan
                                                                           intenso.

Sin palabras. Me habían escrito un poema para mí, a mi medida, como yo lo quería. Habían escrito lo que yo sentía en esos momentos. ¿Cómo dos personas que ni me conocían habían entrado en mi corazón sin apenas esfuerzo, sin pestañear?  Y tengo que admitir, por muy madrileña que sea, que ese escalofrío que me recorrió la espalda solo lo he sentido una vez: y fue allí, en Barcelona.

Fue un finde intenso en todos los sentidos. Un finde para desconectar y poner los pies en la tierra. Bueno, quizás no tanto... Gracias Marta por dejarme volar y enseñarme tu segunda casa y hacer de Barcelona otra de mis ciudades fetiche.


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