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sábado, 19 de abril de 2014

Capitán de tu alma

Que nadie lleve el control de tu barco, que eres tú quien debe llevar el timón, para eso eres el capitán.

Coge un mapa y planea tu viaje. Diseña la ruta según lo que te diga tu corazón, como los marineros confían en su brújula. Escoge una tripulación la cual, si el barco se hunde, estén ahí contigo, achicando agua.

Emprende tu viaje en contra de lo que digan los demás. Muchos dirán que fracasarás y que volverás con las manos vacías y que será un viaje en balde, pero eso lo dicen las personas que son cobardes, que no quieren ver que triunfas, que son envidiosos.

Descubre nuevas tierras y alza orgulloso tu bandera porque siempre tienes que estar orgulloso de tus triunfos. Que las aventuras no acaben. Enciende una hoguera, y que a tu alrededor estén los que te alientan a continuar con tus sueños, los que hacen que valores más tus días, los que no necesitan explicaciones, los que no juzgan, los que no mienten, los que están a tu lado sin razón alguna, sólo porque te quieren, los que hacen la vida un poco más fácil.

Encuentra tesoros, porque en eso consiste tu viaje. No te des por vencido, al fin y al cabo, todo esfuerzo tiene su recompensa. Y no hay cosa de la que esté más segura en la vida. Esto es así. El tesoro no se va a mover, el que se tiene que mover eres tú, el tesoro es para los que no se rinden y buscan en la isla desierta a pesar de la sed, el hambre o el cansancio.

Pero como en toda expedición, puede haber naufragios. Mantén firme el mástil y no dejes que se rompa, porque es lo que sujeta las velas, lo que te hace deslizarte por el agua. Sujeta fuertemente el timón, guía el barco en la dirección que tú quieres tomar, sin que nadie te coaccione, no te dejes llevar por la corriente porque si no, inevitablemente, te arrastrará al fondo del mar. Y si no puedes, pide ayuda. No estás tú solo en el mar, puede haber más barcos que te ayuden, pero tienes que dejarte ayudar. 

Tu barco es tu bien más preciado, al igual que tu alma. Define quién eres, es tu esencia, tu yo interior, lo que te llena por dentro y lo que los demás valoran. No dejes que nadie te la copie, porque es inimitable; no la prestes, porque es intransferible; no dejes que nadie juegue con ella, porque no es un juguete. Y aunque parezca mentira, es irrompible.

Porque sólo tú eres el amo de tu destino, el capitán de tu alma...



jueves, 17 de abril de 2014

La vida es como un frontón

El otro día me acordé de cuando tenía unos 10 u 11 años y me pasaba las horas muertas jugando en el patio de atrás de mi casa después del cole (con los deberes hechos, por supuesto). Teníamos un grupito bastante majo de vecinos, todos más o menos de la misma edad; año arriba, año abajo. Me encantaban esas tardes en las que el toque de queda eran las 9 para subir a casa a cenar, si no, ya estaba cualquier madre gritando desde la terraza para que subiéramos. ¡Uy, si subíamos...! Raudos y veloces porque el castigo era no bajar al patio al día siguiente (typical Spanish...).

Jugábamos a un montón de cosas: al escondite, a liebre (variante del escondite), a la comba, a balón prisionero, a la goma, y al frontón o a un "que no caiga" como nosotros lo llamábamos. Éste último me gustaba especialmente, ya que se me daba bastante bien y siempre quedaba de las últimas por eliminar.

Los más peques normalmente eran eliminados al principio (pobrecitos míos), pero he de decir que algunas veces, los mayores les dejábamos ganar. Yo como era de las mayores (por no decir la mayor de todos), quedaba en la final casi siempre, y muchos me temían jajajaja (suena muy película americana, pero es que era la verdad).

Pues bien, la sensación esa de estar con tu vecin@ en la final era un subidón de adrenalina de los buenos. Y hace poco, me vinieron esos recuerdos tan bonitos. Y es que es verdad, la vida es como un frontón: Todos, tarde o temprano, tenemos lo que nos merecemos, tanto para bien como para mal. La ira con la que das a la pelota, vuelve a ti, con efecto rebote, incluso con más intensidad. Pues con la vida pasa lo mismo; ella te devuelve lo que tú le has dado.

Tenías que tener cuidado y casi tirarte en plancha cuando habían tirado la pelota a la esquina. Esto me recuerda a que tienes perseguir lo que quieres, lo que sueñas, ir a por todas, y si hace falta, tirarse en plancha en suelo duro.

Lo que yo odiaba eran esas bolas con efecto, que parecían que iban hacia un lado, corrías en esa dirección y ante tus ojos se iba hacia el otro lado. La vida da muchas vueltas y nunca sabes donde vas a acabar, y cuando crees que todo va en un sentido, la vida da un giro de 360º. Ojo, tanto para bien como para mal.

Perder "vidas" durante la final tontamente podía ser fatal. Nosotros jugábamos en la final con tres vidas y eso te daba un poco de margen. Tirar por debajo de la línea te hacía perder una vida. La vida siempre da nuevas oportunidades para poder cambiar, y lo más importante, aunque estés bajo mínimos, por debajo del límite y pierdas varias "vidas" durante un tiempo, siempre se puede remontar, porque nada está perdido, nunca te rindas.

Todo depende del toque con que le des a la bola, quería decir a la vida...



martes, 15 de abril de 2014

Dejarse la piel

Insomnio. El mejor de los momentos para ponerse a pensar, divagar, escribir,... Hace poco alguien me dijo que ante noches de insomnio, había que hacer otras cosas para conciliar el sueño, para poner las ideas claras, para dejar de pensar en lo que hace daño... Y eso es lo que voy a hacer ahora.

Cuando todo te viene de golpe es como uno de esos horribles días de lluvia intensa, que da igual que lleves el paraguas, al final acabas con los zapatos encharcados, el brazo con el que sujetas el paraguas, mojado, ese bolso que tanto intentas proteger de la lluvia, mojado también y para colmo, el pelo encrespado. ¡Vaya panorama! Por eso odio tanto los días de lluvia, porque a parte de mojarte y de que el cielo está gris, no puedes controlar la tempestad. Pues más o menos es lo que me está pasando ahora.

Me gusta eso de hacer de heroína y hacer muchas cosas a la vez, ir contra natura, resolver todo en poco tiempo, eso que ahora está tan demodé y que tanto me aburre ver y leer en puestos de trabajo y que tanto demandan las empresas: "capacidad para resolver problemas en poco tiempo, eficiencia". 

Pero llega un momento que el río se desborda y tienes tantas cosas en la cabeza que tiene que haber un momento de sentarte y pararte a pensar qué está pasando. Y te das cuentas que al final, siempre es la misma mierda de siempre y que si ya se le suma que el entorno tampoco ayuda, ¡pues estamos apañaos!

Descubres que en todo ese tiempo de dejarse la piel, se te ha pasado lo más importante, cuidarse y mimarse a uno mismo. Estás tan ensimismado de que todo salga bien, las cosas que haces, con la gente que estás que descuidas este pequeño gran detalle.

Vas abriendo los ojos y sientes que luchar por los demás ya no es una inversión muy rentable, sino que a veces es muy arriesgada y conlleva muchos costes (ya va asomando mi mente económica...) Pero en realidad es así. Que por más que te preocupes por la gente, no te va a generar ningún beneficio ya que eso del yo, mí, me, conmigo es el nuevo must have. Que eso de la empatía ya se ve muy poco y si se ve, es un milagro.

Así que, como diría mi abuela, "nadie escarmienta en cabeza ajena" (bendito refranero español que tiene refranes para todas las situaciones. Recordadme que alguna vez escriba algo sobre esto...). Y ya como que la cabeza te lo está vaticinando: pues es tan fácil como pasar y dejar que las cosas sigan su curso, que nada te altere, porque la gente no cambia y menos por otra persona, y en el caso de cambiar, sería por uno mismo, ahí queda eso...

El domingo pasado, durante la misa del Domingo de ramos, al llegar la homilía, yo siempre me emociono cuando llega esta parte porque te deja con ganas de más, y sobretodo, reflexionas. Pues bien, haciendo un resumen, el cura dijo algo así como que todos los años tenemos una oportunidad de cambiar, para los cristianos, la Semana Santa es el momento adecuado y a mí no sé por qué en Semana Santa siempre estoy entre dos aguas. También dijo que amar es el signo inequívoco de sentir que estamos vivos y que hay que amar a pesar de todo. Pero es una afirmación un tanto difícil de cumplir, ya que uno tiene la intención y lo hace, pero eso muchos no lo ven y ahí es cuando llegan las dudas. Y que lo mejor que puedes hacer es centrarte en ti mismo, que la tempestad pasará porque los días lluviosos no duran eternamente.

Son las cosas de dejarse la piel...