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jueves, 17 de abril de 2014

La vida es como un frontón

El otro día me acordé de cuando tenía unos 10 u 11 años y me pasaba las horas muertas jugando en el patio de atrás de mi casa después del cole (con los deberes hechos, por supuesto). Teníamos un grupito bastante majo de vecinos, todos más o menos de la misma edad; año arriba, año abajo. Me encantaban esas tardes en las que el toque de queda eran las 9 para subir a casa a cenar, si no, ya estaba cualquier madre gritando desde la terraza para que subiéramos. ¡Uy, si subíamos...! Raudos y veloces porque el castigo era no bajar al patio al día siguiente (typical Spanish...).

Jugábamos a un montón de cosas: al escondite, a liebre (variante del escondite), a la comba, a balón prisionero, a la goma, y al frontón o a un "que no caiga" como nosotros lo llamábamos. Éste último me gustaba especialmente, ya que se me daba bastante bien y siempre quedaba de las últimas por eliminar.

Los más peques normalmente eran eliminados al principio (pobrecitos míos), pero he de decir que algunas veces, los mayores les dejábamos ganar. Yo como era de las mayores (por no decir la mayor de todos), quedaba en la final casi siempre, y muchos me temían jajajaja (suena muy película americana, pero es que era la verdad).

Pues bien, la sensación esa de estar con tu vecin@ en la final era un subidón de adrenalina de los buenos. Y hace poco, me vinieron esos recuerdos tan bonitos. Y es que es verdad, la vida es como un frontón: Todos, tarde o temprano, tenemos lo que nos merecemos, tanto para bien como para mal. La ira con la que das a la pelota, vuelve a ti, con efecto rebote, incluso con más intensidad. Pues con la vida pasa lo mismo; ella te devuelve lo que tú le has dado.

Tenías que tener cuidado y casi tirarte en plancha cuando habían tirado la pelota a la esquina. Esto me recuerda a que tienes perseguir lo que quieres, lo que sueñas, ir a por todas, y si hace falta, tirarse en plancha en suelo duro.

Lo que yo odiaba eran esas bolas con efecto, que parecían que iban hacia un lado, corrías en esa dirección y ante tus ojos se iba hacia el otro lado. La vida da muchas vueltas y nunca sabes donde vas a acabar, y cuando crees que todo va en un sentido, la vida da un giro de 360º. Ojo, tanto para bien como para mal.

Perder "vidas" durante la final tontamente podía ser fatal. Nosotros jugábamos en la final con tres vidas y eso te daba un poco de margen. Tirar por debajo de la línea te hacía perder una vida. La vida siempre da nuevas oportunidades para poder cambiar, y lo más importante, aunque estés bajo mínimos, por debajo del límite y pierdas varias "vidas" durante un tiempo, siempre se puede remontar, porque nada está perdido, nunca te rindas.

Todo depende del toque con que le des a la bola, quería decir a la vida...



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