Insomnio. El mejor de los momentos para ponerse a pensar, divagar, escribir,... Hace poco alguien me dijo que ante noches de insomnio, había que hacer otras cosas para conciliar el sueño, para poner las ideas claras, para dejar de pensar en lo que hace daño... Y eso es lo que voy a hacer ahora.
Cuando todo te viene de golpe es como uno de esos horribles días de lluvia intensa, que da igual que lleves el paraguas, al final acabas con los zapatos encharcados, el brazo con el que sujetas el paraguas, mojado, ese bolso que tanto intentas proteger de la lluvia, mojado también y para colmo, el pelo encrespado. ¡Vaya panorama! Por eso odio tanto los días de lluvia, porque a parte de mojarte y de que el cielo está gris, no puedes controlar la tempestad. Pues más o menos es lo que me está pasando ahora.
Me gusta eso de hacer de heroína y hacer muchas cosas a la vez, ir contra natura, resolver todo en poco tiempo, eso que ahora está tan demodé y que tanto me aburre ver y leer en puestos de trabajo y que tanto demandan las empresas: "capacidad para resolver problemas en poco tiempo, eficiencia".
Pero llega un momento que el río se desborda y tienes tantas cosas en la cabeza que tiene que haber un momento de sentarte y pararte a pensar qué está pasando. Y te das cuentas que al final, siempre es la misma mierda de siempre y que si ya se le suma que el entorno tampoco ayuda, ¡pues estamos apañaos!
Descubres que en todo ese tiempo de dejarse la piel, se te ha pasado lo más importante, cuidarse y mimarse a uno mismo. Estás tan ensimismado de que todo salga bien, las cosas que haces, con la gente que estás que descuidas este pequeño gran detalle.
Vas abriendo los ojos y sientes que luchar por los demás ya no es una inversión muy rentable, sino que a veces es muy arriesgada y conlleva muchos costes (ya va asomando mi mente económica...) Pero en realidad es así. Que por más que te preocupes por la gente, no te va a generar ningún beneficio ya que eso del yo, mí, me, conmigo es el nuevo must have. Que eso de la empatía ya se ve muy poco y si se ve, es un milagro.
Así que, como diría mi abuela, "nadie escarmienta en cabeza ajena" (bendito refranero español que tiene refranes para todas las situaciones. Recordadme que alguna vez escriba algo sobre esto...). Y ya como que la cabeza te lo está vaticinando: pues es tan fácil como pasar y dejar que las cosas sigan su curso, que nada te altere, porque la gente no cambia y menos por otra persona, y en el caso de cambiar, sería por uno mismo, ahí queda eso...
El domingo pasado, durante la misa del Domingo de ramos, al llegar la homilía, yo siempre me emociono cuando llega esta parte porque te deja con ganas de más, y sobretodo, reflexionas. Pues bien, haciendo un resumen, el cura dijo algo así como que todos los años tenemos una oportunidad de cambiar, para los cristianos, la Semana Santa es el momento adecuado y a mí no sé por qué en Semana Santa siempre estoy entre dos aguas. También dijo que amar es el signo inequívoco de sentir que estamos vivos y que hay que amar a pesar de todo. Pero es una afirmación un tanto difícil de cumplir, ya que uno tiene la intención y lo hace, pero eso muchos no lo ven y ahí es cuando llegan las dudas. Y que lo mejor que puedes hacer es centrarte en ti mismo, que la tempestad pasará porque los días lluviosos no duran eternamente.
Son las cosas de dejarse la piel...
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