Y aquí estoy otro año más haciendo la reflexión del año en este pequeño ratito mientras me pinto las uñas y de fondo se oyen los petardos que tiran los niños en la calle...
Este año ha sido un visto y no visto, y ¡mira que lo he aprovechado bien! La verdad es que estoy asustada de lo rápido que pasa el tiempo, y un poquito nostálgica también, sí. Será porque diciembre es el mes por excelencia de rebobinar y ver todo lo que has hecho en el año y si ha sido suficiente o quizás deberías haber hecho algo más.
En mi caso ha habido de todo: muchos muchos momentos buenos, y momentos malos también, pero lo bueno o la suerte que tengo, es que han sido tan pocos, que ya ni me acuerdo. Y eso es lo que tenemos que intentar hacer: quedarse con los buenos momentos.
Claro que ha habido momentos de pereza de no querer ir a trabajar y quedarme en la cama unas horitas más. Pero esos momentos los tiene que haber y contrarrestan a esos días en los que me quiero comer el mundo y trabajar durante todo el día y sentirme bien conmigo misma y útil para el equipo con el que estoy trabajando.
Sin duda, el momentazo del año ha sido el viaje a Grecia con mis amigos: preparar durante todo el año esa aventura hizo que saliese todo a la perfección. Sin lugar a dudas, ellos son los culpables de que estos años hayan sido los mejores de mi vida. Gracias UAM por haberlos puesto en el mismo camino y habernos unido.
Gracias a todas las personas que han formado parte de este gran año y que continúan conmigo. A las nuevas incorporaciones y nuevos descubrimientos del año, y sobre todo, a los que ya no están conmigo. Al fin y al cabo, soy lo que soy por todas las personas que han pasado por mi vida. Soy todas las experiencias que he compartido, soy todas las sonrisas que he sacado, soy todas las alegrías que me han dado, soy todas las cabezonerías y todos los enfados que nos han enfrentado... Como diría Isa: "Las personas que aparecen en nuestra vida no aparecen por casualidad. Están ahí para que aprendamos algo en una determinada etapa de nuestra vida".
Soy un pedacito de cada uno de vosotros.
Puede que los finales den miedo y asomarse al precipicio de algo nuevo de vértigo. Pero salir de la zona de confort y de nuestra burbuja imaginaria no está mal y al final acabas agradeciéndolo. Yo soy muy de resistirme a los cambios bruscos, pero últimamente mi vida no hace más que cambiar. A mejor. ¿Y que es la vida, sino cambios? Atrevámonos a cambiar, atrevámonos a VIVIR.
Que este año sea tan tan bueno como el 2015 y sobre todo, ¡que sea el año de los cambios! Coge impulso que viene fuerte!!!!
Explora. Sueña. Descubre. Ama.
Nos vemos pronto,
B.
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