Translate

viernes, 22 de marzo de 2013

Fumándome tu presencia

Tensión, nervios, estrés. Necesito ir a fumar, ¡ya! Bloqueo el ordenador y bajo en el ascensor atiborrado de gente igual de ocupado que yo. Voy afuera y saco el cigarrillo, lo enciendo y mi primera calada me sabe a gloria. No sé cuando empecé a tener esta manía tan tonta y perjudicial. Me hago el tonto, pero en realidad sé de dónde viene... Cuando la conocí, yo no fumaba y estaba en contra de esto de fumar, pero poco a poco me fui haciendo adicto a esto, corrijo, me fui haciendo adicto a ella. 

Ella, una chica normal que empezó a probar por primera vez la nicotina cuando rondaba los 15, porque a ella y a sus amigas les hacía sentirse mayores. Para cuando la conocí, ella no lo había dejado, ni pensaba hacerlo.

Por esa razón cuando estaba nervioso, la necesitaba, indirectamente la tenía siempre conmigo, a partir de un simple cigarro. Cuando me fumaba uno, me sabía a sus besos, a sus caricias, a sus abrazos. Inhalaba el humo y me llenaba de ella. De esta forma, me depuraba por dentro (si es que puede llamarse depurar al hecho de fumar un cigarrillo). Una antítesis vaya, pero que yo lo siento así.

Puede sonar un poco extraño, loco o lo que queráis, pero es mi manera de sentirla cerca cuando no está conmigo. Cuando necesito su presencia, un simple cigarrillo me da ese pequeño capricho en momentos de dificultad.




No hay comentarios:

Publicar un comentario