Fue con 14 años más o menos cuando empecé a estudiar a los románticos españoles del siglo XIX. Al principio, puede que no entendiese muy bien sus historias, sus poemas, porque a esa edad era difícil comprender todo lo que querían decir en unos versos con rima que escondían tanto.
Esta generación, junto con la generación del 27 fueron las que más me marcaron, quizás porque mi profesor de lengua al que tengo mucho cariño, explicaba las cosas de tal forma, que no hacia falta que estudiases para el examen.
Y ahora a mis 20 años, me siento muy Bécquer, muy Larra: que en momentos de oscuridad y soledad, salía el genio que llevaban dentro. El desamor, la decepción, la desilusión, la soledad y la tristeza eran sus fuentes de inspiración. Y puede que conmigo pase algo parecido. Por no decir, que me pasa absolutamente igual.
Nunca olvidaré mi primer examen de literatura con aquel profesor. Nunca olvidaré este poema de Bécquer:
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