Hoy no quiero saber nada del mundo, ni de nadie. Hoy no quiero encender la televisión. Hoy no quiero contestar ningún whatsapp. Hoy no quiero salir a la calle.
Lo único que quiero es tumbarme en la cama y estar a oscuras. Encontrarme con mis pensamientos, sin preocupaciones. Sólo quiero escuchar una voz en mi interior que me susurre: "Todo va a salir bien. Lo estás haciendo bien. No te asustes porque lo bueno está por llegar. La calma y serenidad vendrán pasarán dentro de poco por tu vida. Todo lo vas a superar porque eres más fuerte de lo que realmente crees, y las personas fuertes necesitan desafíos que estén a su altura. Confía en ti. Tú puedes con todo esto y más."
Cuando ya parecía que los problemas habían desaparecido, aparecen otros nuevos, y quizás más decisivos que nunca. Es muy incómodo estar en una disyuntiva, ¿sabéis? En eso estoy yo ahora mismo, que no sé qué hacer con mi vida...
Había resuelto el conflicto aquel de anclarme en el pasado, porque no sirve para absolutamente nada, solo para crearte más inseguridades y arrepentimientos innecesarios. Yo me estaba centrando en el día a día. Pero dentro de poco tocará tomar decisiones muy importantes que marcarán el ritmo de mi vida en el futuro y estoy hecha un lío sin saber qué hacer.
Antes parecía que todo estaba planificado y tus padres te guiaban: el colegio, bachillerato... Tu vida estaba marcada por un camino más o menos fácil, según lo vieras. El momento universidad es un paso decisivo también pero que si lo tenías claro y ponías empeño se puede conseguir fácilmente. Yo me decía a mí misma: "Bah, la universidad, anda que no se va a hacer eterno..." ¡Ya, claro! Todavía recuerdo el primer día de universidad: todos mirando a caras desconocidas intentando descifrar a través de sus caras si serían amigos tuyos en el futuro. Y ahora, me enfrento al último año de carrera. Estos cuatro años se han pasado en un abrir y cerrar de ojos. ¿Y ahora, qué?
A mitad de año del año que viene, mi vida tiene un abismo, ¡y no exagero! Me asusta el futuro. Bueno no, realmente el futuro no me asusta. Me asusta el hecho de no tener nada planificado y organizado. Soy así de maniática.
Mi cabeza últimamente no está a lo que está por esto y por otros sucesos inesperados del presente. Mi neurosis es tal que hasta durmiendo que es cuando debería descansar, me pongo a soñar con lo que será mi vida en un año pensando si las cosas habrán cambiado mucho, aunque bueno, nadie puede predecir el futuro. Debería relajarme un poco...
Hay tantos planes en mente y tantas cosas que quiero hacer que no puedo hacer todas y debo decidir. Decidir, esa palabra que me da tanta grima. Decidir mi futuro (qué mal suena eso, y sobretodo si está escrito). Pero es lo que toca. La vida es una continua toma de decisiones. Pero, ¿y si después de lo que elija me arrepiento? ¿Podré remediarlo? ¿Podré soportarlo?
Espero que esta pequeña crisis se pase pronto, pero en el fondo algo me dice que no me preocupe, que todo saldrá bien decida lo que decida, pase lo que pase. Que no hay nada perdido, que siempre se puede retroceder, rectificar y apostar por algo mejor o que te haga sentir mejor. Que no hay malas decisiones, malos lugares, ni malas situaciones. Es tu disposición hacia esas decisiones, esos lugares, esas situaciones lo que hará que realmente seas feliz.
Pues parece ser que no aprendemos. Ambos. La misma historia de siempre. La misma "tontería" de siempre: Uno sufre y el otro parece ser que le da igual y está perfectamente.
Que no somos máquinas, que no tenemos atrás un botón que diga reset. Creo que algunos lo piensan y creen que con darle al botoncito lo olvidamos todo y volvemos a empezar. ¡Pues no! Somos personas, y sentimos, que eso es lo que nos hace diferentes del resto de animales: que sentimos, que tenemos memoria, que tenemos recuerdos...
Pero últimamente manda el amor propio, el egoísmo y el egocentrismo. Cero empatía con el de al lado: Que se joda si yo soy feliz. Lo que no saben es que cuando se hace una cosa, hay que pensar las consecuencias y pensar en si se va a hacer daño al o los que tenemos alrededor. Lo puedo decir más alto pero no más claro: se puede compatibilizar todo y se puede pensar en uno mismo y lo que es mejor para cada uno a la vez que hacemos felices a los demás. A ver si algunos aprenden un poco.
Pues si el amor propio va a ser el must-have de esta temporada... Habrá que seguir a la masa, ¿no? Aunque algunos ya lo llevan de fábrica. Aclarar que no es amor propio en su estricto significado, sino que primero estoy yo: quererme yo, valorarme yo, ayudarme yo y lo demás es secundario, pero sin dejarlo de lado, claro. No dejes que su mierda te salpique y menos que te afecte.
Será que yo veo las cosas de otra manera, y que me enciendo cuando veo alguna injusticia. Será que soy demasiado romántica (no tanto como las pasteladas de películas americanas). Y es que nunca he cerrado las puertas, lo que pasa es que me las han cerrado de un portazo en toda la cara, que eso duele más. Habrá que desempolvar la coraza y ponérsela de nuevo para que no le hagan más daño.
¿Por qué hay personas que desprestigian algo tan puro como el Amor?
"El mundo te romperá el corazón de todas
las formas imaginables, eso está garantizado. Y yo no puedo explicarlo, como
tampoco la locura que llevo dentro y la que llevan los demás. Pero, ¿sabéis
qué? El domingo vuelve a ser mi día perfecto. Pienso en lo que todos han hecho
por mí, y creo que soy un tío muy afortunado."
Hoy, hace 18 años
nació una estrella, pero no está en el cielo. Tengo la suerte de tenerla a mi
lado durante estos dieciocho años sin intermitencias. Y no es una estrella
fugaz porque no se va a ir de mi lado.
Tengo la suerte
(por segunda vez) de haber elegido su nombre cuando nació. Yo tenía casi 3
años. Tuve ese gran honor a tan temprana edad.
Yo decía que era
una llorona, aunque bueno, ¿qué esperáis de un bebé? La verdad, es que me
adapté fácilmente a ella y con el paso del tiempo se ha convertido en mi
pequeña conciencia porque ella sabe lo que es justo y lo que no, me da
serenidad.
Recuerdo su primer
día de cole y yo no me quería separar de ella (que conste que ella tampoco de
mí) y se me partía el alma cuando yo me tenía que ir antes a clase y ella
lloraba porque se tenía que quedar más tiempo en el comedor y se le hacía
eterno (media hora). Pero el primer día, ella vio en vivo y en directo mi
segunda brecha cuando jugábamos en el recreo, ¡qué pena! Pero menos mal que
ella estaba ahí conmigo que, aunque no hacía nada, sus ojos oscuros y sinceros
me tranquilizaban mientras yo me desangraba (parece que lo estoy contando muy
trágicamente, pero tampoco fue para tanto). Los niños con 8 años exageran mucho,
y yo en ese momento lo pasé mal.
Ella fue creciendo
y fue aficionándose a la lectura llegando a crearse su propio mundo, su burbuja
en la que ella era la mar de feliz y que llegó a olvidarse por un momento de la
realidad porque pensaba que como en los libros, la fantasía supera la realidad;
aunque puso los pies en la tierra pero con los ojos mirando el cielo para en
cualquier momento volar y evadirse a su mundo en momentos fugaces, cuando ella
quisiese. Todavía no hemos podido desengancharla de su afición (adicción diría
yo) a los libros. Su filosofía es, que cuantas más hojas tenga, mejor. Así
devora los best-sellers. Así se le
van los ojos en las librerías y bibliotecas y es tan feliz cuando le regalan un
libro y están todos ordenados en su estantería de best-sellers. Puede leérselos una y otra vez, sin llegar a
cansarse.
La creatividad
también corre por sus venas. Decora a su antojo cualquier posesión y lo hace
meticulosamente, con amor, con cariño hasta dejarlo como a ella le gusta.
Maestra en eso de los abalorios y los mil peinados que se inventa o con solo ver una vez un tutorial, puede hacer maravillas con tu pelo.
Las gafas, los
vaqueros, las camisas de cuadros y las converse
son sus grandes aliados. No tiene un estilo definido: es sencilla en eso de
vestir. No es muy de tendencias. Le gusta ir cómoda y no le importa el qué
dirán ya que ella con tal de ir a gusto, es feliz.
Un reloj y su
reproductor de música son sus imprescindibles antes de salir de casa. El rojo y
el morado son sus colores favoritos (lo dicen sus innumerables pulseras que
lleva en su muñeca siempre y cuando sean rojas o moradas). El elefante es su animal
favorito. Tarzán, su película de Disney favorita, junto con Dumbo (obvio,
¿no?).
Madridista de
nacimiento y fiel a Iker Casillas y a los ya retirados y grandes futbolistas
Raúl y Zidane. Enamorada de su vampiro y actor favorito, Robert Pattinson.
Coleccionista de frases que le gustan y que apunta en su famoso libro de
frases.
Adicta a las series
y a las películas: las ve tanto en la tele como online ya que no se despega de su portátil. Incansable de la
música. Sus favoritos: Taylor Swift, Bruno Mars, Imagine Dragons, Adele,
Coldplay, Beyoncé y Rihanna, entre otros y también muy de clásicos, como Queen,
los Beatles o Michael Jackson.
Ella en sí, es un
diamante en bruto, un espíritu incansable que lo da todo. Le repatean las
injusticias, sufre con los más desfavorecidos. Ella es humildad, timidez,
sensibilidad, justicia, empatía, alegría, vive el presente y sabe que el
esfuerzo es la mayor recompensa de todas. Hace oídos sordos de las críticas,
sobre todo si vienen de gente que no le interesa porque sabe que no le harán
daño. Muy amiga de sus amigos, y la sinceridad por encima de todo.
Es la estrella que
hace que mi día brille tanto de día como de noche aquí en la tierra, muy
cerquita mía, casi las veinticuatro horas del día juntas. Ella me da esa
segunda opinión, la objetividad cuando yo estoy hecha un lío. Porque es uno de
mis siempre más especial porque sé, que nunca se irá de mi lado. Es lo que
tiene compartir la misma sangre, ser hermanas.
Y aunque yo la
llame friki ingeniera con cariño
ahora se enfrentará a la temida universidad pero que ella superará con creces
porque todo lo que se propone, lo consigue.
Es mi estrella
terrenal y no quiero que deje de brillar nunca, por eso la protegeré para que
esté conmigo y se sienta segura. Por esto mismo, yo elegí su nombre, porque su nombre en
hebreo significa “estrella”. Con más razón, que sea mi estrella particular.
“En las fotos, los
escaladores de montañas están sonriendo, pletóricos, triunfantes. Nadie hace
fotos del camino porque, ¿quién quiere recordarlo? Nos exigimos porque es
necesario, no porque nos guste. El implacable ascenso, el dolor y la angustia
cuando intentas superarte. Nadie hace fotos de eso. Nadie quiere acordarse,
sólo queremos recordar las vistas desde la cima, el incomparable momento en la
cima del mundo. Eso nos ayuda a seguir ascendiendo y el dolor merece la pena,
eso es lo extraño, que merece la pena.”
Ya estamos en el
temido septiembre. Ese mes que significa la vuelta al cole, a la universidad,
al trabajo y todas esas cosas horribles que conllevan el mes de septiembre.
Toca volver a poner
el despertador o las odiosas alarmas en el móvil con ese sonidito
característico de alarma que querríais que se callase para siempre.
Desplazarse en
transporte público o coche. Los atascos, llegar puntual, ver caras no conocidas
y algunas no muy amigables por las horas que son.
Ponerse las pilas
de nuevo y un chute de vitaminas para sobrevivir al primer día.
Pero los parones o
las vacaciones son buenas para oxigenarte, desconectar, recargar pilas para el
largo otoño e invierno que se acercan. Da igual que sea playa o montaña, el
caso es evadirse. Para gustos, los colores.
Debe haber tiempo
para salir a cenar, pasear, pasar una semana con tus mejores amigos, con tu
familia, ir al extranjero a visitar un país nuevo o viajar solo, que también es
otra posibilidad; siempre y cuando no se pierda la esencia de las vacaciones:
reposo, que es perfectamente compatible con el ocio pero el reposo es algo
fundamental.
Desconectar un rato
de la ciudad: no oír el rugir de los coches a todas horas, la contaminación, la
multitud de gente (aunque luego adoremos las grandes ciudades), pero muchas
veces te agobia…
Hay que reservar un
tiempo para reflexionar sobre todo lo que ha pasado en los últimos meses porque
seguro que no has tenido ni un minuto del día para pararte a pensar. Pero es
necesario. ¿Cómo estoy? ¿Dónde estoy? ¿Estoy dónde realmente quiero estar? ¿Me
he esforzado suficiente? ¿Qué debo cambiar? ¿He hecho algo mal? ¿He hecho daño
a alguien con mis actos o mis palabras? Todas estas preguntas, y más, viajarán
por tu mente a sus anchas y tienen que ser respondidas de una en una con mucha
calma y sinceridad.
Aunque sean
vacaciones, intenta cerrar temas que has dejado apartados por no tener tiempo
durante los días laborales, pero sin prisa, lo primero eres tú, y tienes que
disfrutar de las merecidas vacaciones.
Echar de menos a la
gente es lo más normal del mundo en vacaciones. A veces surgen peleas absurdas
por el hecho de “no me has llamado”, “te has olvidado de mí”, “ya no me haces
caso” y últimamente el whatsapp no te
deja echar de menos a la gente. Tu móvil siempre vibrando, incluso de
madrugada. Echar de menos es un sentimiento que tiene que existir, por más que la
tecnología quiera arrebatárnoslo. Ese sentimiento, el echar de menos te ayuda a
saber qué gente es realmente importante para ti y que desearías en ese momento
estar con ellos, a toda costa. Piénsalo.
Y que esto no te
suene muy egocéntrico. Tú eres el centro de tu mundo. Mímate especialmente en
vacaciones sin dejar de lado a las personas que quieres. Pero tu interior es
importantísimo. A veces hay que parar el tiempo durante un momento y centrarte
únicamente en ti. ¿Hace cuánto que no piensas exclusivamente en ti ni un
ratito? Haz un trabajo interno importante durante el verano y haz que la
palabra trabajo no signifique solo el hecho de ir al trabajo, hacer trabajos de
clase, etc. Hoy trabaja para ti y para nadie más. Sé el jefe de tu vida.
Exígete como el que más. Cáete siete y levántate ocho. ¡Claro que habrá
fracasos! Pero date todas las oportunidades que quieras. Date caprichos: cómprate
ese bolso que tanto deseas, o el disco de tu grupo de música favorito, o un
libro (ojo, no tiene por qué ser algo material)…
Pero sobretodo,
perdónate. Concédete ese don que es el más valioso de todos. Sé para ti mismo
ese amigo que te consuela cuando estás mal. Sé tu mejor amigo y a partir de
ahí, se abrirán a tu favor todas las puertas que puedas encontrarte a lo largo
de tu vida y superarás todas las barreras, porque tú puedes con todo, ¡y más!