Ya estamos en el
temido septiembre. Ese mes que significa la vuelta al cole, a la universidad,
al trabajo y todas esas cosas horribles que conllevan el mes de septiembre.
Toca volver a poner
el despertador o las odiosas alarmas en el móvil con ese sonidito
característico de alarma que querríais que se callase para siempre.
Desplazarse en
transporte público o coche. Los atascos, llegar puntual, ver caras no conocidas
y algunas no muy amigables por las horas que son.
Ponerse las pilas
de nuevo y un chute de vitaminas para sobrevivir al primer día.
Pero los parones o
las vacaciones son buenas para oxigenarte, desconectar, recargar pilas para el
largo otoño e invierno que se acercan. Da igual que sea playa o montaña, el
caso es evadirse. Para gustos, los colores.
Debe haber tiempo
para salir a cenar, pasear, pasar una semana con tus mejores amigos, con tu
familia, ir al extranjero a visitar un país nuevo o viajar solo, que también es
otra posibilidad; siempre y cuando no se pierda la esencia de las vacaciones:
reposo, que es perfectamente compatible con el ocio pero el reposo es algo
fundamental.
Desconectar un rato
de la ciudad: no oír el rugir de los coches a todas horas, la contaminación, la
multitud de gente (aunque luego adoremos las grandes ciudades), pero muchas
veces te agobia…
Hay que reservar un
tiempo para reflexionar sobre todo lo que ha pasado en los últimos meses porque
seguro que no has tenido ni un minuto del día para pararte a pensar. Pero es
necesario. ¿Cómo estoy? ¿Dónde estoy? ¿Estoy dónde realmente quiero estar? ¿Me
he esforzado suficiente? ¿Qué debo cambiar? ¿He hecho algo mal? ¿He hecho daño
a alguien con mis actos o mis palabras? Todas estas preguntas, y más, viajarán
por tu mente a sus anchas y tienen que ser respondidas de una en una con mucha
calma y sinceridad.
Aunque sean
vacaciones, intenta cerrar temas que has dejado apartados por no tener tiempo
durante los días laborales, pero sin prisa, lo primero eres tú, y tienes que
disfrutar de las merecidas vacaciones.
Echar de menos a la
gente es lo más normal del mundo en vacaciones. A veces surgen peleas absurdas
por el hecho de “no me has llamado”, “te has olvidado de mí”, “ya no me haces
caso” y últimamente el whatsapp no te
deja echar de menos a la gente. Tu móvil siempre vibrando, incluso de
madrugada. Echar de menos es un sentimiento que tiene que existir, por más que la
tecnología quiera arrebatárnoslo. Ese sentimiento, el echar de menos te ayuda a
saber qué gente es realmente importante para ti y que desearías en ese momento
estar con ellos, a toda costa. Piénsalo.
Y que esto no te
suene muy egocéntrico. Tú eres el centro de tu mundo. Mímate especialmente en
vacaciones sin dejar de lado a las personas que quieres. Pero tu interior es
importantísimo. A veces hay que parar el tiempo durante un momento y centrarte
únicamente en ti. ¿Hace cuánto que no piensas exclusivamente en ti ni un
ratito? Haz un trabajo interno importante durante el verano y haz que la
palabra trabajo no signifique solo el hecho de ir al trabajo, hacer trabajos de
clase, etc. Hoy trabaja para ti y para nadie más. Sé el jefe de tu vida.
Exígete como el que más. Cáete siete y levántate ocho. ¡Claro que habrá
fracasos! Pero date todas las oportunidades que quieras. Date caprichos: cómprate
ese bolso que tanto deseas, o el disco de tu grupo de música favorito, o un
libro (ojo, no tiene por qué ser algo material)…
Pero sobretodo,
perdónate. Concédete ese don que es el más valioso de todos. Sé para ti mismo
ese amigo que te consuela cuando estás mal. Sé tu mejor amigo y a partir de
ahí, se abrirán a tu favor todas las puertas que puedas encontrarte a lo largo
de tu vida y superarás todas las barreras, porque tú puedes con todo, ¡y más!
No hay comentarios:
Publicar un comentario