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jueves, 31 de diciembre de 2015

Change is the only constant

Y aquí estoy otro año más haciendo la reflexión del año en este pequeño ratito mientras me pinto las uñas y de fondo se oyen los petardos que tiran los niños en la calle...

Este año ha sido un visto y no visto, y ¡mira que lo he aprovechado bien! La verdad es que estoy asustada de lo rápido que pasa el tiempo, y un poquito nostálgica también, sí. Será porque diciembre es el mes por excelencia de rebobinar y ver todo lo que has hecho en el año y si ha sido suficiente o quizás deberías haber hecho algo más.

En mi caso ha habido de todo: muchos muchos momentos buenos, y momentos malos también, pero lo bueno o la suerte que tengo, es que han sido tan pocos, que ya ni me acuerdo. Y eso es lo que tenemos que intentar hacer: quedarse con los buenos momentos.

Claro que ha habido momentos de pereza de no querer ir a trabajar y quedarme en la cama unas horitas más. Pero esos momentos los tiene que haber y contrarrestan a esos días en los que me quiero comer el mundo y trabajar durante todo el día y sentirme bien conmigo misma y útil para el equipo con el que estoy trabajando.

Sin duda, el momentazo del año ha sido el viaje a Grecia con mis amigos: preparar durante todo el año esa aventura hizo que saliese todo a la perfección. Sin lugar a dudas, ellos son los culpables de que estos años hayan sido los mejores de mi vida. Gracias UAM por haberlos puesto en el mismo camino y habernos unido.

Gracias a todas las personas que han formado parte de este gran año y que continúan conmigo. A las nuevas incorporaciones y nuevos descubrimientos del año, y sobre todo, a los que ya no están conmigo. Al fin y al cabo, soy lo que soy por todas las personas que han pasado por mi vida. Soy todas las experiencias que he compartido, soy todas las sonrisas que he sacado, soy todas las alegrías que me han dado, soy todas las cabezonerías y todos los enfados que nos han enfrentado... Como diría Isa: "Las personas que aparecen en nuestra vida no aparecen por casualidad. Están ahí para que aprendamos algo en una determinada etapa de nuestra vida".

Soy un pedacito de cada uno de vosotros.

Puede que los finales den miedo y asomarse al precipicio de algo nuevo de vértigo. Pero salir de la zona de confort y de nuestra burbuja imaginaria no está mal y al final acabas agradeciéndolo. Yo soy muy de resistirme a los cambios bruscos, pero últimamente mi vida no hace más que cambiar. A mejor. ¿Y que es la vida, sino cambios? Atrevámonos a cambiar, atrevámonos a VIVIR.

Que este año sea tan tan bueno como el 2015 y sobre todo, ¡que sea el año de los cambios! Coge impulso que viene fuerte!!!!

Explora. Sueña. Descubre. Ama.

Nos vemos pronto,

B.


domingo, 13 de diciembre de 2015

Respirar

Creía que el momento no iba llegar nunca. Y llegó así, sin avisar, como todas las cosas buenas.

Una sensación de libertad después de cuatro años. ¡Quién lo diría! El tiempo pasa realmente rápido y cada vez me doy más cuenta de que el tiempo lo cura todo, todo y todo.

Miro hacia atrás y no me puedo creer cómo cosas tan insignificantes me preocupaban tanto y me generaban tantos quebraderos de cabeza. Supongo que el tiempo hace que nos demos cuenta de lo inocentes que fuimos cuando nos rompen el corazón por primera vez. Ese dolor que creemos que nunca pasará y que se quedará ahí para siempre. La cicatriz se va a quedar, sí, pero llega un momento en que ya no duele y es una simple marca de guerra que luces orgulloso por haber superado. Estoy en ese punto.

¡Cuántos tíos han pasado por mi vida sin éxito alguno!, proyectos de algo que no se cumpliría nunca. Tantísimas promesas que no se cumplen. Palabras. Eso son: palabras, que no hechos. E intentas dejar todo lo malo atrás y pensar que no tiene que pasar lo mismo que la última vez. Y pasa. Y otra vez, y otra vez, y otra vez. Pasa el tiempo y te cierras más, y confías menos. Alguna vez me da por pensar: "A lo mejor, es perjudicial. La siguiente persona que venga no tiene por qué llevarse ese chasco. Tengo que darle la oportunidad de que me conozca". ¡Ilusa de mí!

Otras veces me pregunto si alguna vez le he interesado de verdad a alguien. O si toda esta trayectoria tan en picado que llevo, es por mi culpa. Supongo que todas esas incógnitas no las podré saber nunca. Lo único que sé y que tengo ahora más claro es que si hay alguien interesado en ti, va a luchar por ti. Así que por favor, absteneos aquellos que no hacéis más que marear la perdiz, creeros el ombligo del mundo, y no perdáis el tiempo porque en mi vida no quiero personas cobardes.

Y a ti, mi primer amor, al que siempre siempre al escuchar tu nombre me saldrá una tímida sonrisa, te digo, que ya lo he superado, que ya he aprendido a sobrevivir sin ti. Que hay vida más allá de ti, y mejor. Que sé que eres buena persona y que quizás nos conocimos demasiado pronto (recién cumplidos los 18) y en esa época sólo queríamos comernos el mundo y divertirnos sin parar. Después, simplemente creo que vivimos en momentos distintos y etapas diferentes (y ciudades también). Contigo he aprendido tantas tantas cosas: comportamientos y actitudes que no quiero y que ya no permito, quererme (y mucho) y disfrutar de cada momento, porque es único, ese carpe diem que tanto abanderas. Toda una pena que todo se quede en un simple saludo al vernos y miradas de reojo entre la gente cuando estamos juntos. Podríamos haber sido un gran equipo.

Sólo quiero que sepas que hubo una vez una chica de Madrid que quiso romperte los esquemas en tu vida.

"Que no te vaya bonito, que te vaya de muerte".


jueves, 10 de septiembre de 2015

Viviendo en un aeropuerto

Las vacaciones llegaron a su fin. Demasiado cortas pero muy intensas. 

La vuelta pensaba que iba a ser más dura, pero sorprendentemente he vuelto con mucha energía a pesar de haber dormido una media de cinco horas al día para aprovechar los días.

Sí, puede ser porque al fin, ha llegado ese momento zen que quería y que tanto buscaba después de un año complicado y sin parar. Este mes ha habido muchos muchos momentos y puedo atreverme a decir que ninguno malo. He tenido de todo: noches de fiesta con amigos, excursiones a casi cuarenta grados, probar platos típicos, risas, tomar cervezas sin darme cuenta de que las horas pasaban o simplemente mis momentos sola en el mar pensando en todo lo bueno que tengo a mi alrededor y lo afortunada que soy por poder hacer lo que hago. Cómo dirían Isa y Óscar: momentos retina que se quedan grabados para siempre.

Las islas griegas fueron todo un sueño hecho realidad. Llevar casi todo el año planeando el viaje y ver que todo salía según nuestros planes fue una de las mayores satisfacciones del verano. Pero todo esto no podría haber sido posible sin mis amigos. Cada verano nos superamos más. Miedo me da el año que viene... 

No se me pueden olvidar momentos imborrables con gente incansable, con el mismo entusiasmo y ganas de vivir. 

Haber superado el primer día después de coger tres aviones y pasarnos las horas muertas en el aeropuerto por huelga tiene su mérito: Cantar en el coche de línea de Nemesio (así es como llamamos al primer conductor pero que en realidad no sabíamos cómo se llamaba) y llegar a los apartamentos de madrugada con ganas de comernos Grecia. 

La alarma de Maldita Nerea para levantarnos y que Isa me despertase con un beso en la frente y un "buenos días, amore" con su sonrisa, no tenía precio.

Las playas de piedras dejándonos los pies únicamente para ver la famosa playa roja. Subir 750 escalones para ver la puesta de sol en Oia. Dicen que ahí se puede ver la mejor puesta de sol del mundo. Creo que puedo afirmarlo...

Nuestras comilonas al probar la primera moussaka, el tzatziki, el queso feta o todas las riquísimas comidas de pollo o cordero.

Nuestra animadverión a las cortinillas de las duchas, la alarma de bomba nuclear de Alex y nuestros saltos en la cama, ese aire acondicionado que no funcionaba a no ser que cerrases la puerta del apartamento o la furgoneta que nos llevaba donde sólo cabían ocho, cuando éramos once.

Esas locuras por las noches de ir de bar en bar arrasando nada más entrar o darlo todo con las canciones de Grease y nuestros italianos. El desfase en Far Out y su música electrónica con el contraste de la música en directo de un artista desconocido mientras tomábamos una copa.

El deseo de las chicas de ponernos morenas y pasarnos las horas muertas tomando el sol y echándonos crema. Como diría Rocío: moreno sublime.

Uno de los mejores momentos fue alquilar quads. Mis intentos fallidos de grabar un vídeo en el que se nos viera a todos conducir y lo único que se me oye en los vídeos es: "¡Chicos, saludad!" Las vistas rodeando la montaña para bajar a la playa y el momento pink ladies patrocinando una discoteca. Volver de noche e ir en línea unos detrás de otros cuidando de que todos llegáramos sanos y salvos.

Perdernos por las estrechas calles de Ios con sus adorables casitas blancas y hacernos fotos en cada esquina y en los molinos aunque los de La Mancha, siento decirlo, son muchísimo mejores (orgullo español). 

Llegar al caos de Mykonos lleno de gente, sin aceras e ir sorteando a los coches, motos, quads y autobuses. Nuestra querida cerveza Mythos y nuestros inolvidables momentos en Skandinavian Bar como el de la subida de Óscar a la tarima y gritar: "¡Viva España, viva el rey, viva Coopera".

Nuestra ya tradicional fiesta en blanco menos David a pesar de haber repetido mil veces que metiésemos algo blanco en la maleta... Y que todo el mundo se nos quedase mirando.

Las caras de todos los camareros cuando íbamos a comer o a cenar y decir: "We're eleven" llenando los restaurantes casi enteros.

Los bailes y movimientos de cadera de Mario cuando ponían reggaeton. Nuestros frappés medium y sweet y lo más importante, ¡con leche! después de comer o los yogures helados.

Nuestras caminatas y visitas muriéndonos de sed y calor por Delos o la alegría de descubrir que entrábamos gratis a cualquier museo por seguir siendo "estudiantes" (gracias carné universitario de la UAM).

Los malditos mosquitos que nos acribillaban por la noche, dormir en un barracón (literal), las inundaciones en el baño por no tener cortinilla ni fregona con la que limpiar, escuchar los aviones despegar y querer morir habiendo llegado a las 6 am a casa... O esos intentos fallidos de conectarnos al wifi y que se cortase cada dos por tres.

Los horribles viajes en ferry tirados en el suelo con dolor de espalda y cuello por intentar dormir pero que ninguno conseguía salvo Víctor.

Llegar al hotel de Atenas y descubrir que los baños tenían mampara y jacuzzi. Creo que el grito que pegamos las chicas al verlo en nuestra habitación lo oyeron los chicos que estaban en el último piso con una terraza con vistas al Acrópolis. La ducha de ese día por una vez pudo extenderse más de la cuenta...

Los desayunos que nos marcábamos en el hotel: bacon, mixtos, sandía con yogur griego, galletas, cereales, café, zumo y dejar sin reservas a los dueños del hotel (así somos los españoles cuando pone que el desayuno viene incluido).

El impresionante Partenón y retroceder siglos en la historia y saber que allí empezó todo. Isa y su devoción por las cariátides e intentar posar para parecerse a ellas. Y por supuesto nuestra última cena: ese riquísimo salmón o dorada al horno con vino blanco por el barrio de Monastiraki.

Los regalos de última hora por Atenas y como no olvidar, nuestras frases míticas que íbamos apuntando en el móvil para poder recordarlas a lo largo de los años.

Ese momento horrible de despedirnos en Madrid en el aeropuerto por la noche... Al día siguiente fue todo muy extraño: no tener a diez personas más desayunando, comiendo o cenando conmigo fue lo peor.

Supongo que este viaje no podría haber sido gracias a ellos, que son lo mejor de este mundo. Gracias por ir mejorando cada año. Espero poder seguir recordando más momentos retina, recorrer y descubrir el mundo con vosotros. Gracias.

Lavar ropa y volver a hacer la maleta para el siguiente destino: Polonia. Sí, ese país europeo que pasa bastante desapercibido y que no puede atraer mucho pero que tiene ciudades preciosas. Cada país tiene su misterio y gracias a mi cámara pude capturar todos esos pequeños sitios con encanto. Como visita obligatoria es Auschwitz. Tendrás todo el día la cara mustia, sin ganas de nada pero es toda una lección de vida, una introspección que hay que hacer con uno mismo.

Como diría George Santayana: "Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo". No tengo nada más que añadir.

Volver a Madrid pero poco tiempo para irme a mi pequeño retiro en la sierra de Madrid y descansar unos días con mi familia a la que tanto echaba de menos antes de mi último destino: Viena.

Reencontrarme con mi pequeña amiga austriaca, Andrea, fue lo mejor del verano. Como si no pasase el tiempo (un año) conseguimos hacer de ese viaje, un viaje increíble. Ir al palacio de Sissi y revivir nuestros tiempos de infancia cuando veíamos de pequeñas la serie de Sissi por la tele.

Nuestras comidas/picnics en el parque y ser la mar de felices con una ensalada y una cocacola. El famoso schnitzel y no poder terminar el plato de lo enorme que era. Nuestras increíbles conexiones mentales, o nuestras fotos con el palo de selfie como los chinos. La puesta de sol a orillas del Danubio o aquella tarde comiendo tarta Sacher frente la Ópera de Viena; sin hablar la una con la otra de lo tremenda que estaba la tarta con su posterior ruta en bici por la ciudad a pesar de su odiosa lluvia al final de la tarde. Pero todo eso se arregló con la merecida cena que nos marcamos en Vapiano. 

Nuestros viajes en metro (parece que vivíamos en él porque era donde pasábamos más tiempo), o mis intentos frustrados de aprender alemán intentando repetir el nombre de las paradas del tranvía mientras Andrea se reía de mí. Conseguí sobrevivir con mi 'basic German' gracias a ella.

Apurar el último día en un parque lejos de Viena, y ver todo verde, sin oír nada y alquilar un barquito para dar una vuelta por el lago. Comer un simple pan con humus y escuchar música mientras mirábamos las nubes. ¡Con qué poco éramos felices!

Gracias Andrea por ser ese ejemplo de que la amistad no tiene fronteras. Ardo deseosa de que llegue el verano que viene para que vengas a Madrid.

Un viernes por la noche viendo a mi pequeño Jose (por decir pequeño) haciendo sus pinitos en el mundo de la improvisación. ¡Progresas adecuadamente!

Y cómo no, como cada primer finde de septiembre ir a la feria en Álcazar de San Juan. Supongo que ya era hora de tener un finde con mis chicos, reírnos sin parar y hacer lo mismo de siempre después de cuatro años yendo. Lo bueno, se repite una y otra vez. Lo mejor sin duda: los churros a las 6 de la mañana, andar hasta casa para que se pasen los efectos de la noche, dormir hasta las dos, bajar a comer a la feria, sacar a pasear a Luni o ver a las primas de Jose que son todo un amor.

Llegó el domingo y Guille y yo íbamos reflexionando sobre la vida mientras volvíamos a Madrid. Todo llega a su fin y el tiempo pone a cada uno en su lugar. Eso es lo que pudimos concluir después de hora y media de viaje.

Este ha sido sin duda uno de mis mejores veranos, de los que a mí me gustan (sin pisar Madrid). Estoy con las pilas cargadas tanto física como mentalmente y es un subidón increíble.

Me acuerdo de algo que me dijo Óscar en Grecia: "Bea, tienes que saber lo que quieres y cuando lo tengas claro, nadie podrá pararte". Creo que ha llegado el momento: sé lo que quiero y cómo conseguirlo. ¡Ya nadie me puede parar!

Vamos a por esta nueva etapa que empieza!!!!

Os dejo fotos de todas mis aventuras, para que os situéis un poco...

B.



Red Beach, Santorini

Puesta de sol en Oia, Santorini

Mykonos

Ios

Santorini

Delos

Paradise Beach, Mykonos

Partenón, Atenas

Cracovia

Bagry, Cracovia

Varsovia

Castillo Wawel, Cracovia

 Segovia


Palacio Schönbrunn, Viena

Palacio de Beldevere, Viena

Hundertwasserhaus, Viena

Iglesia de San Carlos Borromeo, Viena

Puesta de sol en el Danubio

Ópera de Viena

Laxenburg


Laxenburg

sábado, 1 de agosto de 2015

Vacaciones de verano para mí

Ayer a las 15:00 h del viernes ni un minuto más, ni un minuto menos, empezaron oficialmente mis vacaciones.

Nada más llegar a casa, me puse a cantar con mi padre la canción de "Vacaciones de verano" de Fórmula V y haciendo un movimiento de cadera propio de los años 70 mientras mi madre nos miraba con cara de "esta no es mi familia" jajajaja.

Hoy me he levantado con esa sensación de que nada va a estropear el día, ni las vacaciones. Una energía sobrenatural para salir de la cama (normalmente me cuesta Dios y ayuda levantarme y me gusta demasiado remolonear). Ver el cielo azul a través de la ventana y pensar: ¿Qué tengo que hacer hoy? Y que esa voz interior te responda: Nada, lo que tú quieras.

Tengo un mes movidito por mi querida Europa. Hay tantos sitios que quiero visitar, que me atrapen, que los atrape yo con un disparo de mi cámara y se queden en mi memoria para siempre...

Viajar es lo mío, es un vicio caro, más que el fumar. Hace poco me hice una promesa a mí misma: viajar, sin parar, todo lo que pudiera, sola o acompañada, e inmortalizar cada instante que tenga ante mis ojos.

El mundo es una verdadera maravilla que no hay que perderse.

Tal es mi locura y obsesión que ya estoy empezando a planear los viajes del año que viene (¡soy un horror!).

Pero vamos a ir poquito a poco. Primera parada: ¡¡¡¡¡¡¡¡¡Islas griegas!!!!!!!!! 

Hasta pronto,

B.




lunes, 20 de julio de 2015

Nueva versión

Domingo. 11.30 de la noche. Mañana madrugo, pero ¿y qué? Este momento no me lo quita nadie (aunque mañana me arrepienta y maldiga mientras voy deambulando por la casa medio zombie...)

La verdad es que últimamente duermo poco si no es por tema laboral, es por querer aprovechar el finde y no quedarme hasta las tantas durmiendo. No me quiero perder nada, no quiero desperdiciar un solo momento de mi tiempo libre, aunque es verdad que dormir no es perder el tiempo. Es necesario, pero qué le vamos a hacer...

En este tiempo, he estado desarrollando una nueva versión de mí misma. Quizás no tan nueva, pero sí mejorada: la versión 3.0. Ya me costó llegar hasta donde he llegado, pero siempre hay que mejorar, pulir esas esquinitas. Prometo que no es perfeccionismo, 

Supongo que tiene que haber un momento de inflexión y de pequeña crisis en los buenos momentos. Sí, lo admito, estoy en ese punto. El otro día nada más llegar del máster (en vez de estudiar) me dio por hacer limpieza de mi armario. La gente que me conoce sabe que mi armario ocupa la mitad o quizá más de mi habitación y ordenar ese bicho, ¡puede ser la mayor aventura del mundo!

Empecé por las blusas y camisetas: las separé por colores y por temporadas (creo que os vais dando cuenta de mi manía por el orden), después los vestidos. Pensaba que no iba a quitar nada, pero acabé haciendo un hueco hermoso en el armario. Después empecé por la parte de arriba colocando los millones de bolsos que tengo y conseguí hacer más espacio ahí arriba por si cae algún que otro bolso... Y llegaron los temidos zapatos, ¡madre mía! creo que tengo un par para cada día del año. Conseguí guardar algunos pares que tenía por la habitación aunque aún sigue quedando una caja que estoy deseosa de volver a meterle mano al armario para ver si guardo la dichosa caja...

Estoy en pleno proceso, porque esta semana tocan los bikinis, ¡temed bikinis de temporadas pasadas! 

Creo que la limpieza de armario es una buena metáfora para describir el proceso interno que estoy llevando ahora mismo: Deshacerme de lo que no me gusta de mí, guardar aquello por lo que me caracterizo como lo son mis converse que tengo desde los 16, el jersey de cuello alto que me tejió mi madre o mi cazadora militar que decoré yo misma para que no hubiese otra igual. Ahora toca llenarlo de cosas nuevas, frescas, que potencien el cambio que estoy afrontando.

Supongo que estoy en ese momento de cambio en el que necesito tiempo para dedicarme a mí y no pensar tanto en qué hacen o dicen los demás. Necesito vacaciones. Ni oficina, ni máster, ni ordenador por delante, ni amigos, ni nadie. Necesito tiempo conmigo y para mí para encontrar ese equilibrio y esa paz interior que tanto ansío.

La versión 3.0 está en período de pruebas. Os iré avisando cuando llegue la versión definitiva.



sábado, 13 de junio de 2015

Un respiro, por favor

Cada vez me retraso aún más en actualizar esto... Hay tantas cosas que podría contar, que luego se me pasan y me da mucha rabia.
El trabajo y el máster me impiden por completo dedicarle el tiempo que yo quisiera a una de mis pasiones: escribir. Ese arte que no sé cómo me hace evadirme completamente del mundo y que todos los problemas los eche, y deje zanjados muchos temas que debería haber dejado cerrados mucho tiempo antes.

Y aunque parezca mentira llevo estas dos últimas semanas en casa descansado y recuperando sueño, porque como soy un culo inquieto y no paro, después de la paliza de semana de trabajo y máster, yo, porque soy así, me dedico a vivir la noche madrileña. Que si pintxo por aquí, que si copa por allá... Y así pasa. Mi padre cree que un día voy a explotar.

Parece que no quieren llegar las ansiadas vacaciones, los vestidos sin medias (el 40 de mayo se está haciendo esperar con las dichosas tormentas de verano...), las cañas en las terracitas (fatal para la operación bikini, ¿pero, y qué?), ni tú (fatal para el corazón). Parece que no te quieres dejar ver, que tienes miedo o vergüenza, quien sabe.

Quiero un respiro de aquellas personas inmaduras que no saben qué hacer con su vida más que joder la de los demás (hablando mal y pronto). Un respiro de aquellas personas que mienten, que fingen ser quien no son, de las que te envidian, de las que quieren quedar siempre por encima como el aceite, de las cobardes, de las gilipollas que no tienen remedio, de las que no se alegran por ti, de las que critican, de las que no son humildes y de las que no tienen corazón.

Mientras tanto, yo sigo esperando sentada en la vía de tren a que aparezca en la pantalla y avisen por megafonía: "Tren con destino: FELICIDAD en 1 minuto". He dejado pasar algunos trenes, pero creo que ya he esperado demasiado y que voy a coger este que viene. Muchos han perdido el tren, otros se han subido y se han vuelto a bajar y otros siguen conmigo. No pierdo la esperanza de que subas conmigo, pero tengo que hacerme a la idea de que la felicidad no depende de tener alguien a tu lado, sino de ti mismo.

Y es que hay trenes que sólo pasan una vez en la vida.


PD.: Hace poco descubrí a este cantante que me enamoró completamente por su voz y sus letras con tanto significado y que me calman, me llaman y me llenan tanto. Ahora es mi reproducción constante en días de estudio.


jueves, 23 de abril de 2015

En qué momento...

Maldito momento en el que nos conocimos. Dos críos sin tener idea de que lo nuestro iba a dar que hablar.

Maldito momento en el que me dejé llevar.

Maldito momento en el que te creí.

Maldito momento en el que no podía dejar de pensar en ti.

Maldito momento en el que te odié.

Maldito momento en el que me consumía poco a poco.

Maldita buena memoria que me llevó a ese pequeño instante de felicidad compartida.

Maldito momento en el que intenté olvidarte.

Malditas noches en vela.

Maldito momento en el que me eché la culpa de todo.

Maldito momento en el que no volví a saber de ti.

Maldito momento en el que intentaba demostrar a todo el mundo que me dabas igual.

Maldito momento en el que tuve que renunciar a mi felicidad por ti.

Maldito momento en el que volviste a preguntar por mí.

Maldito momento en el que nos volvimos a encontrar.

Maldito momento en el que hicimos como si no pasara nada, como si no hubiesen pasado los años y hacíamos como si fuéramos amigos.

Maldito momento en el que fuimos sinceros.

Maldito momento en el que te perdoné.

Maldito momento en el que mi corazón volvió a palpitar de nuevo.

Maldito momento en el que hice caso a mi corazón y volví a verte aunque mi cabeza dijera que no.

Maldito momento en el que me arrastré.

Maldito momento en el que me hiciste caso después de dos intentos fallidos.

Maldito momento en el que me dejé llevar definitivamente por tercera vez.

Maldita nubecita rosa que te hace volar y te hace ver los problemas desde arriba, sin que nada te toque.

Maldita desilusión.

Maldito momento en el que pensé que habías madurado.

Maldito momento en el que creí que te había hecho cambiar después de estas idas y venidas durante ya casi cuatro años, que se dice pronto.

Maldito espacio que ocupas en mi corazón.

Malditos recuerdos.

Maldito momento en el que admití que te quiero.

Maldito AMOR.



martes, 31 de marzo de 2015

Here comes the sun

A pesar del cambio de hora, ¡la primavera ya ha llegado! Y viene pisando fuerte. Parece que los planetas se han alineado para que estas semanas sean perfectas: Salir de la oficina a las siete en punto, ver que todavía sigue siendo de día, ponerse las gafas de sol, ver que te sobra la chaqueta y perderte por Madrid...

Mañana oficialmente empiezan mis vacaciones, y por primera vez, va a hacer buen tiempo en semana Santa, ¡quién lo diría! Voy a aprovecharlo para disfrutar y descansar en el sur. Tierras del sur de España, ya os echaba de menos...

Va pasando el tiempo, y me doy cuenta de que necesito más el sol. Cómo le cambia a uno el día si ves que hay un rayito de sol. Muchas veces no sabemos disfrutar de las pequeñas cosas que nos brinda el mundo.

Espero que este mini descanso sirva para desconectar (que falta hace) y coger fuerzas para el último empujón del año.

De momento sin plan fijo, sin esperar nada: sólo quiero seguir al sol. Lo mejor está por llegar...

Simplemente, feliz.


jueves, 19 de marzo de 2015

Imposibles

Hace mucho que no pasaba por aquí... Pero no sabía por dónde empezar, ni cómo. Tampoco es que tenga mucho tiempo para divagar (maldita auditoría que no te deja casi respirar). Lo necesitaba. Un ratito para despejarme, aclarar mis ideas, soltarlo todo. 

Febrero fue un mes como otros tantos años: divertido al principio, desastre al final. Querido febrero, sigo sin entenderte y por qué siempre me dejas este mal sabor de boca. Eres el mes más corto y a la vez el más intenso. Ya sabéis, lo bueno dura poco. ¡Y tan poco! 

Quería volver a sentir esa sensación: dejarse llevar. Y así lo hice como tantas otras veces. Porque van pasando los años, y me doy cuenta de que siempre me arrepiento de lo que no he hecho por miedo o por el qué dirán. Esa vez me lancé al vacío, pero sin cuerda que me sujetase. Mala idea. Nunca te fíes. Pero yo soy la reina del masoquismo; la que hace de un granito de arena, un desierto.

Perdonadme por ser tan soñadora, que cree en las causas perdidas, en los imposibles. Como tú.

Nos empeñamos en sustituir unas cosas por otras, así como experiencias, momentos, emociones. Es imposible, porque cada momento es único e irrepetible.

Que no hay clavo que saque a otro clavo, sino que el otro clavo te está pinchando en otra parte. Y así, el dolor está más repartido. Es lo que tiene arriesgarse y entregarse. Que hay vacíos que no se pueden llenar porque los recuerdos son impermeables.

Mientras tanto, mi corazón sigue practicando deportes de riesgo: intentando llegar a lo que una vez tú me hiciste sentir. Ay, pobre iluso. Pero sin éxito, él sigue tirándose cada vez con menos protección. Aunque quiera parar, aunque no lo quiera admitir, no da todo por perdido. Es un kamikaze, lo habrá aprendido de su dueña...




Sólo queda esperar...





lunes, 26 de enero de 2015

Love, faith, happiness

De esas ciudades que impresionan desde el minuto uno. Nada más poner un pie en la estación, supe que iba a ser un gran fin de semana.

Salidas, llegadas, gente que iba y venía. Una maleta que pesaba demasiado para un finde. Yo siempre voy bien preparada, o eso es lo que me dijo mi prima nada más cogerme la maleta. Mi prima es una tía increíble. Una tipa de mundo con mucho que contar y demostrar al mundo. Libre y sin ataduras, ella me mostró una ciudad donde dejarse llevar.

Barcelona bohemia. Barcelona cultural. Barcelona artista. Barcelona de contrastes. Barcelona bonita. 

Entre los montones de sitios a los que fuimos, hubo uno en particular que me dejó sin palabras. Recuerdo que mi prima quería que fuese una sorpresa. Llegamos a las 6 de la tarde, cuando ya empezaba a anochecer a una callejuela de esas que están bien escondidas. Y recuerdo como si fuese ayer, las palabras de mi prima Marta:

- Esto no lo tenemos en Madrid.
+ ¡Anda, seguro que sí! En Madrid tenemos de todo.
- De verdad que no, ya verás.

Y así fue. Nunca había visto un sitio así en Madrid y eso que aquí tenemos de todo. Nada más entrar había una pared enorme con sellos con palabras en ellos. A la derecha del todo, había dos chicas con dos máquinas de escribir. La cosa funcionaba así: tenías que coger un folio, y elegir tres palabras de entre todas esas miles de palabras que había en la pared. Ponerlas en el papel y a continuación, pasárselo a una de las chicas que te escribía la primera parte de un poema y cuando ella terminaba, se lo pasaba a la otra chica y lo terminaba. Todo en ese mismo momento, sin pensar.

Las palabras que elegí fueron: Love, faith, happiness. He aquí el resultado:

Mi credo eres tú en este mar de amor,
¿de qué sirve creer en un dios? Si la felicidad viene envuelta
en tu rostro... Y así dejé de orar para amarte
hasta la saciedad.

Hasta el fin de mis días,
y así seguir caminando junto a mis sentimientos,
bien agarrada, de la manita,
como si fuesen a salir corriendo.
Miraré hacia el lado y ahí seguirás,
mi mar de amor, pareciendo irreal, por ser tan
                                                                           intenso.

Sin palabras. Me habían escrito un poema para mí, a mi medida, como yo lo quería. Habían escrito lo que yo sentía en esos momentos. ¿Cómo dos personas que ni me conocían habían entrado en mi corazón sin apenas esfuerzo, sin pestañear?  Y tengo que admitir, por muy madrileña que sea, que ese escalofrío que me recorrió la espalda solo lo he sentido una vez: y fue allí, en Barcelona.

Fue un finde intenso en todos los sentidos. Un finde para desconectar y poner los pies en la tierra. Bueno, quizás no tanto... Gracias Marta por dejarme volar y enseñarme tu segunda casa y hacer de Barcelona otra de mis ciudades fetiche.