Estamos dentro de un todo. Somos
como células en un laboratorio en el que nos ponen a prueba para ver cómo
reaccionamos ante el cambio. Somos como una marioneta en una obra de teatro.
Pero, ¿y quién es el científico? ¿Quién es el que mueve los hilos para que una
marioneta mueva un brazo o una pierna?
Difícil pregunta diréis y
¡cuántas interpretaciones puede haber! Muchos pueden decir que es el destino,
otros que es la suerte y otros, mucho más egoístas dicen que ellos son dueños
de su futuro. En sí, todos tienen parte de razón y no se la quito a nadie y
respeto todas y cada una de las propuestas.
Yo, sin embargo, me aventuro y pienso
que los hilos de mi vida en particular los mueve Dios, mi Dios. Él, que me guía y está siempre conmigo ante cualquier dificultad. Es cierto que no es
fácil seguirle y muchas veces puedes desistir ante tantas injusticias que
acontecen en el día y día y dices ‘¿Dónde estás?’ ‘¿Por qué no haces nada?’
Puede que a esto no tenga respuesta pero lo que sí os puedo decir es que pone
muchas piedras en el camino para que puedas levantarte y no volver a repetir
los mismos errores de nuevo. Te ayuda indirectamente a crecer y a vivir.
No debemos esconder nuestros
problemas, sin ellos no seríamos lo que somos ahora ni formaríamos lo que
formamos: el infinito. Ese infinito que no acaba nunca, que es eterno, como Él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario