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domingo, 9 de septiembre de 2012

El genio de la lámpara


Todos hemos visto la película Disney de Aladdín de pequeños, o con nuestros hijos o nietos. En el caso de que no, os invito a que la veáis.

Pues bien, yo me quedé maravillada con la película y con todas de la compañía Disney. Eso de frotar una lámpara y que saliese un genio y te concediera tres deseos era algo mágico. Muchas veces pensé si eso pasaría igual en la vida real (inocente de mí). Precisamente, en mi casa tengo una lámpara de uno de tantos viajes de mi madre por el mundo (no sé si fue hecho a posta no) y que encontré de casualidad en un estante.
 
Frotaba la lámpara como hacía el protagonista y me imaginaba que salía un genio y me concedía tres deseos a los cuales yo siempre pedía los mismos (muchos juguetes, chucherías y tener mucho amigos).

Con el tiempo los deseos fueron cambiando según yo crecía y muchos de esos deseos eran materialistas. Hasta hace bien poco yo seguí pidiendo deseos a mi genio particular pero más profundos y quizás un poco más realistas (o quizás no).

Dejé de creer en el genio de la lámpara mágica ya que muchos deseos no se cumplían y por supuesto, por mi madurez.

Pero aunque sea una película Disney tiene una moraleja también para los adultos. Y es que, muchas veces los sueños se pueden hacer realidad. Yo quiero creer en ello.

En la película se manifiesta a través de un genio que habita en una lámpara que sólo aparece cuando frotas la lámpara. Aquí en el mundo real, al destino le corresponde esta parte aunque el esfuerzo, el empeño y la paciencia juegan también un papel muy importante.


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