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viernes, 7 de septiembre de 2012

La reina de la fiesta

Viernes por la noche. Tras la dura semana por la que había pasado, esta noche era la ocasión perfecta para desconectar, sobre todo con sus mejores amigas. No cenó ligero como solía hacer todas las noches, esta vez su estómago debía aguantar el ron de aquella noche. Se dispuso a arreglarse: se lavó los dientes y se puso las lentillas. Ahora era el momento de elegir el vestido… No es que tuviese muchos, pero era muy indecisa siempre para esas cosas. ¡Qué indecisión madre mía! No sabía si repetir modelito. Pasaba una y otra vez los vestidos por el armario. Había uno que no se había puesto todavía porque no encontraba la ocasión perfecta. ¿Y si fuese esa noche? Y se dijo a sí misma: “¿Por qué no?”.

Era azul (su color fetiche) y muy atrevido, con la espalda al aire. Fue a maquillarse con alegría y sintiéndose la mejor de todas. Se puso su colonia favorita: esa que cada vez que olía le traía buenos recuerdos de fiestas pasadas. Salió disparada porque iba pillada de tiempo y viajó por la noche madrileña hasta el punto de encuentro. El ambiente era ideal: risas, vasos con hielos, alcohol, amistad, tonterías, alguna que otra calada a un cigarro y sobre todo, unas ganas de bailar tremendas.

Entraron a la discoteca con ganas de comerse la pista de baile. En círculo, y dejándose llevar por la música cantaban a grito pelado inventándose parte de las canciones. Ella lo estaba pasando como nunca y se acercó a la barra a pedir otra copa aunque el alcohol ya empezaba a hacer efecto.

Con la copa en el aire y sintiendo la música, se abría paso entre la multitud. Ojos indiscretos la miraban pero a ella le daba igual. Era una noche dedicada enteramente para ella. La libertad llamaba a su cuerpo, su mente y su corazón.


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