Nos venden prototipos perfectos de hombres y mujeres y nos pasamos la vida intentando ser como ellos: haciendo ejercicio, llevando dietas inadecuadas, comiendo sin sal sin disfrutar de los pequeños placeres de la vida. Porque nos quieren vender un producto y quieren que seamos todos iguales llegando a menospreciar nuestro verdadero aspecto. Y digo yo, ¿por qué tenemos que ser todos iguales? ¿No será mejor que cada uno potencie sus propias virtudes y deje de preocuparse por lo de fuera y pueda ser uno mismo? No quiero nada igual, porque la monotonía me aburre.
Al fin y al cabo lo de fuera es perecedero como cualquier fruta, sin embargo lo de dentro dura para siempre. Podríamos decir que es como una roca. Una roca que va siendo erosionada por las olas de la vida. Puede ser más pequeña, más grande; más plana, más ancha; pero nunca encontrarás dos piedras iguales, al igual que los seres humanos.
Somos rocas. Duros como una roca aunque no nos lo creamos ya que aguantamos el peso del día a día. Nos hace fuertes y nos convierte en héroes. Ese héroe desconocido que todos llevamos dentro y que muchas veces se esconde, o lo escondemos mejor dicho, pero que espera paciente hasta su próxima salida para salvar tu mundo.
"Sé duro como una roca. Forma tu propia piedra angular."
No se puede decir de manera más concisa y más clara. Toda una lección de vida en una veintena de renglones.
ResponderEliminarPretenden, a golpe de anuncios y temores, pulir millones de rocas a la vez, ignorando que no pretendemos ser diamantes, que no necesitamos ser zafiros, que el peso de las personas no se mide en quilates...
Y sin embargo, hacen falta artículos como el tuyo para que nos lo recuerden constantemente.
Un abrazo, amiga.
Muchas gracias por tus comentarios. Da gusto recibir halagos de personas que no son de tu círculo cercano. Esto me da mucha fuerza para seguir adelante y seguir desarrollando esta pequeña virtud llamada escribir.
ResponderEliminar