Me resultaba, mejor dicho me
resulta muy difícil escribir sobre ella. Sí, difícil fue lo primero que pensé
cuando tuve la primera conversación con ella. A decir verdad, a primera vista
yo la ví bastante cerrada, como que sólo interactuaba con los que ya conocía y
se me hizo bastante difícil (valga la redundancia) llegar hasta ella.
Sinceramente, no sé ni cómo empecé a hablar con ella, creo que todo empezó
porque yo empecé a hablar con sus mejores amigas. Tampoco es que no nos
conociéramos porque ya nos conocíamos desde que teníamos 5 años. Era un “sí, yo te conozco y tú a mí también”.
Poco a poco y las famosas salidas
en fin de semana hacían más amena mi situación por esos momentos. Ella
convirtió pasito a pasito mi cielo gris en uno azul sin que yo me diese cuenta.
En uno de los peores momentos exploté, ¿y quién estuvo allí? Ella. Fue la
primera en escuchar ese tema algo escabroso que me atormentaba desde hacía un
tiempo y me dió fuerza para enfrentarme a ello. Creo que una de sus muchas
virtudes es esa: la valentía. Mirar a los problemas y enfrentarlos. Lo que más me
sorprendió es que perdí una batalla pero ella me defendió a capa y espada
conociéndome tan poco.
A partir de ahí todo cambió, ahí
empezó todo. Empecé a escuchar su historia, su vida, que como siempre había
sido algo más entretenida que la mía. Me gustaba ver cómo se “leían” la mente
entre ellas y llegué a pensar: ¿Alguna vez podré hacer yo eso? Obviamente no sabía
lo que me deparaba el futuro. Me gustaba su forma de pensar, de vestir, de
caminar, de vivir la vida intensamente, me gustaba todo de ella. Pero ella aún
no se había abierto del todo, según mi perspectiva. Pasaron los meses y me fui
adaptando a su ritmo de vida del cual yo muchas veces me cansaba, no de aburrimiento
sino de tanta intensidad todo el tiempo. Ella seguía, pero yo no aguantaba el
ritmo, tenía que parar y coger aire. Ese aire tan puro que ella desprendía.
Nuestros caminos siguieron más
juntos que nunca porque llegó el temido momento de elegir tu futuro y todos
pensábamos que no íbamos a estar más con la gente que queríamos. Curiosamente,
ella y yo elegimos el mismo que nos dictó el corazón; así, por casualidades de
la vida. He de decir que me siento muy afortunada porque creo que soy la que
más veces veo entre semana. Muchos me tendrán envidia, pero yo lo único que
pensaba era: “Sí, soy su amiga, ¡al fin!”.
Aprendimos y nos preocupaban las
mismas cosas. Me llegué a acomodar a su forma de pensar que al fin y al cabo no
era tan complicado como yo me pensaba. Por fin podía “leerle” la mente. Por fin
se había abierto del todo a mí y eso me produjo una inmensa felicidad.
Grandes cambios han sucedido
desde que somos amigas. Unos para bien y otros para mal, pero el caso es que
hemos seguido ahí juntas en la trinchera de la vida. Creo que has sido tú la
que ha notado más cambios en mí a pasos cada vez más agigantados durante este
tiempo y con eso me quedo satisfecha, ya que tú has sido una de las personas
que ha protagonizado este cambio para bien. Quiero que estés orgullosa de mí.
Inesperadamente el amor llegó a
tu vida y al principio yo era un poco hostil y recelosa a compartirte con
alguien más pero si te digo que llegué a acostumbrarme, incluso a alentarte a
que todo siguiese adelante porque algo cambió en ti, algo que muchos y yo
notaron y es ese brillo en los ojos que toda persona enamorada tiene. Algo se
accionó dentro de ti para ser más paciente, más cariñosa, más tú. Ese tú
escondido que tenías desde siempre y que no querías mostrar por miedo a que te
hicieran más daño.
No recuerdo ningún enfado contigo
salvo uno no hace mucho, pero en verdad se necesitaba para recordarnos que ante
la adversidad tenemos que estar unidas. Y eso hizo que ese lazo invisible al
que yo llamo amistad se hiciera más fuerte.
Muchos querrán ser como tú, pero
tú eres única. Me gusta tu valentía, tu fuerza de voluntad, tu comprensión, tus
razones, nuestras miradas cómplices, nuestros apelativos cariñosos, tus
consejos, tu forma de sacarme una sonrisa cuando lloro, tus abrazos, tus
ataques repentinos de amor hacia mí, tu sonrisa, tu energía, tus historias
alocadas… Tú, me gustas tú. Si pudiese describirte en una palabra, ¡claro que
lo haría! Justo hay un adjetivo que me viene al pelo y es… INDOMABLE.
Y como colofón dejo aquí nuestra canción...
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