Fuimos un todo y ahora somos un nada. Yo mi vida, tú la tuya, muy a gusto. ¿Para qué dijimos planes de futuro si ya sabemos cómo somos? Ni contigo ni sin ti. Quizás un término medio no me importaría, podría llegar a acostumbrarme en vez de taladrarme tanto la cabeza.
¿Que los polos opuestos se atraen? ¿Carga positiva? ¿Carga negativa? No sé yo. Nosotros somos dos imanes que se repelen y que no se van a juntar cuando hicimos aquel pacto de no hablarnos.
Que tú estás bien, que yo estoy mal; que tú ríes, que yo lloro. Pronto cambié el chip y estuvimos en igualdad.
Muy distintos. Dos caminos que se juntaron y se separaron al instante, muy paralelos. Si volvieran a juntarse... ¡No quiero ni pensarlo! Pero nos vino muy bien a los dos como vía de escape y ahora tan separados y tan bien. Somos como dos desconocidos que se conocen.
El mundo está lleno de desconocidos que no sólo se conocen, sino que duermen en la misma cama, comen del mismo plato, participan de los mismos sueños, intercambian silencios, palabras, miradas o jugos... y van terminando en hacerse conocidos que a fuer de haber compartido tanto, acaban por desconocerse.
ResponderEliminarY los imanes, al final, acaban en la puerta de un frigorífico, sosteniendo una nota que dice: Adios.
Un saludo desde Sevilla, cielo.