Translate

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Adiós 2014, hola 2015

No podía faltar mi última entrada para despedir del año.

¿Qué decir del 2014? Aunque quisiera no podría decir nada malo, porque ha sido el mejor de todos hasta ahora (espero poder decir esto mismo en el 2015). Como predijo mi buena amiga Isa, este iba a ser el año de nuestras vidas. Y así lo ha sido. ¡Ay, querida Isabel, cuánta razón tienes en todo!

Se han cerrado muchas etapas, pero también se han abierto muchas nuevas. Claro que ha habido muchos momentos malos, de lloreras, de despedidas, de enfados, de decepciones, de desilusiones. Pero todos los buenos momentos se han puesto por encima.

Este ha sido el año de asentar las bases. Después de varios años de idas y venidas; éste, ha sido el que me ha hecho sentir más yo: hacer lo quería, disfrutar al máximo cada momento, ver de lo que soy capaz, asombrarme de hasta donde puedo llegar, dejarme la piel en lo que me gusta, estar agradecida por tantas muestras de afecto, simpatía y compañerismo.

El 2014 ha dejado tantos buenos momentos y recuerdos tan bonitos que no sé si se podrán superar: las quedadas con las chicas, acabar la universidad: ¡cómo echo de menos las clases e ir en vaqueros y converse y ver a mis amigos de la uni todos los días. Ahora he cambiado eso por las faldas, las blusas, los vestidos, las medias y los mocasines para entrar en el mundo laboral. 

Las cenas y las copas por La Latina con mis amigos de la uni, las escapadas de fin de semana de casa rural para desconectar de la ciudad, el viaje con mis amigas a Huelva y pasarnos el día tomando el sol y escuchar música, las míticas barbacoas en casa de Óscar, las mojitadas en casa de Isa, los cumpleaños de toooooodos mis amigos, las risas con Jose y con Guille, las fiestas del pueblo de Jose...

El impactante viaje a Menorca: alquilar coches y recorrer la isla, sin preocupaciones y visitar calas escondidas donde no llegaba la cobertura. Descubrir una discoteca en una cueva, nuestra maravillosa Cova d'en Xoroi.

El mes al extranjero donde descubrí nuevos rincones donde volver a perderme y aprender. Nuevas amistades que aún siguen...

La vuelta a la realidad, el trabajo, el máster, el inglés. Un montón de cosas que me han ido absorbiendo y que me dejaban casi sin fuerzas ni tiempo para dedicarme a mí y a los demás.

No sé lo que me deparará el 2015. Estoy expectante. Con el paso de los años me he dado cuenta que la vida es complicada, que ya no puedes decir a nadie que se quede un ratito más, sino que simplemente las personas que siempre van a estar son a las que no tienes que decirles nada. 

Ya le voy cogiendo el tranquillo a esto de la vida como un niño que está a punto de quitarse los ruedines de la bici.

Hay que coger el año con fuerza, vivir intensamente cada momento porque el tiempo es efímero, porque quien no arriesga no gana. Gritar sin ningún miedo: ¡CARPE DIEM! Porque a pesar de todo, la vida es realmente maravillosa.

Por los que están y aún siguen, por los que se fueron, por los que pasaron desapercibidos, por los que hicieron una visita fugaz... ¡FELIZ 2015!




domingo, 7 de diciembre de 2014

Entrena tu alma

Hace muy poquito que entramos en Diciembre, mi mes favorito. Salir a la calle y a pesar del frío, pasear entre las luces de navidad y ver a medias las caras de los demás por culpa de los gorros y las bufandas que solo te dejan ver los ojos. 

Navidad. Me encanta que a la gente le encante la Navidad...

El reloj va haciendo tic tac y el momento remember va llegando: hacer balance. ¿Qué ha pasado este año? ¿Ha cambiado algo? ¿Qué he hecho bien? ¿Qué he hecho mal? ¿Qué tengo que mejorar?

Todas estas preguntas deberían rondar por nuestras cabezas este mes. Y ahora que vienen las fiestas, tratamos como sea de comer menos, de hacer ejercicio para que nos quepa nuestro modelito de Nochevieja y estar perfectos/as. Todas estas cosas que ahora están tan de moda por el culto al cuerpo... Pero creo que nos olvidamos de algo más importante: ¿Cómo está tu alma? No sé si alguna vez os lo habréis preguntado, pero a mí, inconscientemente me viene a la cabeza  esta pregunta este mes... Que está muy bien eso de llevar una vida sana, comer moderadamente, hacer ejercicio unas tres o cuatro veces a la semana... Pero, ¿y qué pasa con nuestro interior?

Como decía aquel poeta romano: "Mens sana in corpore sano". ¡No podía tener más razón el hombre! No se puede tener un cuerpo 10, cuando tu alma está falta de entrenamiento, ¡ojo! y viceversa...

Creo que todos deberíamos tener una tabla de ejercicios para el alma, así como la tenemos cuando salimos a correr o vamos al gimnasio.

Mi tabla de ejercicios del alma que intento cumplir todos los días es:

1. Agradece ver el sol otra vez, aunque te de mucha pereza madrugar.
2. Sé educado con tu entorno, aunque hayas tenido un mal día.
3. Ayuda y escucha a los demás.
4. Mima a tu familia y amigos.
5. Ponte en el lugar de los demás. La empatía es uno de los mayores tesoros que uno pueda tener.
6. No juzgues a los demás. Nadie sabe lo que le puede pasar a esa persona.
7. No pienses sólo en ti. Que tu cabeza no solo sea yo, yo y yo...
8. No a la envidia. Únicamente está permitida la envidia sana.
9. Trata a los demás como quieras que los demás te traten a ti (consejo de papá).
10. Desea el bien a los demás (consejo de mamá).

Si cumples esto todos los días, tu alma estará en forma con creces.


domingo, 9 de noviembre de 2014

Ambidiestra

Todo sale al revés. Si es que ya lo tengo más que demostrado, que cuanto más planifiques, las cosas salen completamente al contrario. Esto no quiere decir que vaya de bien a mal, sino que se toman diferentes caminos para llegar al mismo sitio.

Yo iba a ser zurda de pequeña, pero mi madre por aquella época me enseñó a que escribiese con la derecha (como hicieron con ella a mi edad). Muchos pensaréis que qué horror, pero para mí era un chollo: podía escribir y pintar con las dos manos y si me cansaba con una mano, seguía con la otra. Sigo orgullosa de poder hacerlo y os voy a contar algo que llama la atención a mucha gente que me conoce: me lavo los dientes con la mano izquierda aunque sea diestra. Curioso, sí.


Nada de lo que planificas sale como esperas. Al final sale, sí, pero la planificación se va al garete. Y eso me pone un poco de los nervios, porque soy doña organización y planificación. Pero la vida me está enseñando a que me deje llevar: que surja lo que surja, como surja y cuando surja. Que todo lo mire desde otra perspectiva, que no hay una solución única. Sin límites, que nada me agobie ni me altere porque al final las cosas saldrán. Y eso parece que gusta a todo el mundo, sin presiones. Y parece que a mí, poco a poco, también me va gustando.


domingo, 5 de octubre de 2014

Haiku

Hace poco me hicieron escribir en inglés un haiku. Mi cara fue un poema (y nunca mejor dicho). Nunca había oído esa palabra japonesa. Se trata de un poema breve que tiene que contener tres versos: el primero de ellos con cinco sílabas, el siguiente siete y el último, cinco. La temática de este tipo de poemas es la contemplación de la naturaleza.

Para mí, era la primera vez que escribía poesía, me parece uno de los géneros más difíciles, por no decir el más difícil. Contar una historia, expresas tus sentimientos a la vez que entre verso y verso las palabras tienen que rimar y tener una métrica determinada. Todo un reto.

Este es mi primer poema, mi primer haiku. Se me ocurrió esa misma noche mientras dormía...

Look at the leaves float
And follow the river's course:
It leads you to peace.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Kriptonita

Mi vida cambió un poquito más hace unas semanas. Es una de esas lecciones que tenía que haber aprendido hace mucho pero como yo soy tardía en muchos aspectos, incluso cumpliendo años a finales de diciembre...

Carpe diem, ese término que yo intento cumplir a rajatabla por ser mi favorito, lo tuve entre en mis manos y por fin, descubrí verdaderamente lo que significaba. No lo aprendí sola, sino con la persona que jamás podría haber imaginado.

Que es verdad eso que dicen y que yo también digo, de que el tiempo pone a cada uno a su lugar, que cambia a la gente, que lleva al olvido, y lo más importante, elimina el dolor y el rencor y te lleva al perdón.

La vida muchas vueltas y aunque no queramos admitirlo es un círculo en el que todos nos volvemos a encontrar con el pasado.

Y ahí estábamos los dos, reencontrándonos tres años después de todo lo sucedido. Yo, hecha un manojo de nervios; tú, tan tranquilo como siempre. No hacían falta palabras, se nos notaba desde lejos: ya no éramos unos niños, sino dos adultos con vidas paralelas viviendo experiencias diferentes cuyas vidas se juntaron una vez y se separaron al instante.

Noche totalmente inesperada de principio a fin. El valor de sincerarse, de soltar una carcajada al aire, de aprovechar el momento sin arrepentirse, de esperar a que saliese el sol y volver a casa con la sensación de que todo había ido bien y que esa espinita que tenías clavada, ya se fue.

No hizo falta despedirnos. Creo, sinceramente, que nos volveremos a encontrar cualquier otro día de la forma más tonta e inusual. 

Eres mi punto débil, alguien al que no puedo decir no, mi kriptonita. E inevitablemente, cada vez que oiga tu nombre, me saldrá una sonrisa por recordar que vivimos intensamente aquella noche.



sábado, 30 de agosto de 2014

Home

Tras unas merecidísimas vacaciones ya vuelvo por aquí… Ha sido un verano muy ajetreado, de maletas para arriba, maletas para abajo y eso que a mí, eso de hacer maletas lo odio profundamente pero el viajar lo requiere.

Ni dos semanas he pasado en Madrid. Ya lo echaba de menos aunque eso signifique el fin del verano.

Uno de esos días en Madrid quedé para cenar con un amigo por nuestra querida La Latina: sus pintxos y copas nos vuelven locos. La cena dio mucho de qué hablar: sobretodo hablar del paso del tiempo. Hacía ya cuatro años que asomábamos la cabeza en el mundo universitario y recordamos con nostalgia con tinto de verano en mano esos cuatro años maravillosos que se habían pasado volando.

La vida estudiantil que nosotros la veíamos interminable cuando empezamos primaria, ahora ya había acabado. Recordamos los extensos y calurosos veranos en la capital, en casa de la abuela mientras nuestros padres se iban a trabajar. Y el único viaje que hacíamos con la familia eran dos semanas a la playa o a la montaña o adonde los padres mandasen.

Esos veranos sin aire acondicionado con cuarenta grados en la asfixiante Madrid, viendo películas en VHS mientras tu abuela te cebaba y te daba de comer todo lo que no habíamos comido en todo el año. Así son las abuelas, que pasarán los años y ellas te seguirán diciendo que estás muy delgado/a, que a ver cuando te pasas por su casa para ponerte un bueno cocido, unas lentejas, o una buena tortilla de patata. En mi caso, recuerdo con mucho cariño el último día de verano en casa de mi abuela. Como ella decía, el último día de verano era el día de San Miguel y nos dejaba elegir a mis hermanas y a mí nuestra comida favorita: para eso no había peleas. Al unísono pedíamos siempre tortilla de patata y patatas fritas (ole, ole y ole las patatas). Ahora mismo se me está haciendo la boca agua…

Tras esa comida nos dábamos cuenta de que la semana siguiente ya volvíamos a los uniformes, la falda de cuadros incomodísima, los zapatos que daban mucho calor, las mochilas que pesaban más que nosotros mismos, libros y material nuevo… Y así todos los años de mi infancia.

Llegó la ansiada mayoría de edad y ya nada volvió a ser lo mismo. Los buses de cinco horas, los trenes de dos horas, incluso el avión, eran nuestros medios de transporte del verano. Ya nada de quedarse en Madrid con ese calor de asfalto insoportable, ¡qué gusto! La idea de viajar cada vez se hacía más atractiva y más obsesiva, por lo menos en mi caso. No había verano que yo dijera: “Mis próximos destinos del año que viene son tal, tal y tal…” Así una ristra de destinos que sonaban tan apetecibles pero que no daba tiempo a tanto. Así que siempre aprovechábamos mis amigos y yo a cualquier puente o respiro que nos daba la universidad para viajar.

Este verano como ya he dicho, ha sido un no parar. He descubierto que soy un culo inquieto y que me gusta cambiar de aires, ver sitios nuevos, con historia, conocer gente, abrirme paso en este mundo maravilloso. La verdad es que el verano 2014 ha sido uno de los mejores veranos de mi vida y todos los años digo lo mismo y parece que cada año no puede superar al anterior, y me acallo a mí misma cuando viene el siguiente verano y descubro que sin duda ha sido mejor que el anterior. Espero que se mantenga así siempre…

Ahora toca volver al lío. Primer año dejando atrás la vida universitaria, adentrándome en el mundo laboral, o “la jungla” como dice mi padre. Prometo entrar pisando fuerte, dando lo mejor de mí.

Nuevos planes vienen, nuevos retos que alcanzar, nuevos obstáculos que superar, nuevas aventuras que me esperan, y sobre todo, ¡nuevos viajes que organizar! Pero como cada fin del verano, yo siempre vuelvo a tus brazos, Madrid.


Aquí os dejo pequeños instantes de lo que ha sido este verano maravilloso.


Matalascañas, Huelva


El Rocío, Huelva


La Giralda, Sevilla


Mis tesoros. Playa de Matalascañas, Huelva


Cala Macarella, Menorca


Cala Macarella, Menorca


Brighton, Inglaterra


London Bridge, Londres


Big Ben, Londres


Río Moros, Segovia



sábado, 7 de junio de 2014

Diamante en bruto

Sólo quedabas tú por aparecer en este pequeño rincón que tengo. Y justamente tenía que ser hoy, por ser tu cumpleaños, por cumplir dos décadas.

Y aunque se diga pronto y entres en la segunda década, tú siempre serás la pequeña del grupo. Así que, ¡bienvenida a la veintena! Bienvenida a la mejor etapa de tu vida (por lo menos para mí lo está siendo...).

Sinceramente no sé qué día nos conocimos, y eso que yo soy muy así para las fechas, que no se me pasa ni una. Pero supongo que fue en una de tantas oraciones que hemos compartido juntas en la parroquia. Ay, la parroquia... ¡El origen de todo! ¡Nuestro nexo de unión!

Tenerte a mi lado como amiga es una verdadera liberación porque a mí, que me encanta hacer de hermana mayor, me gustaba (y me gusta) cuidarte.

Lo que recuerdo con más ilusión de estos tres años de amistad son los veranos en Madrid. Eso de mandarse un sms, o un privado por Tuenti (dónde quedará todo eso...) para quedar a las 6 en nuestro querido Buenos Aires. Ir al chino y comprarse una bolsa de pipas y una Cocacola. Subir a las colinas del parque y sentarnos cada día en una y empezar a hablar con esas vistas... ¡Para que luego digan del barrio! Pero las vistas que tenemos desde el cerro no nos las quita nadie. Y así de simples eran nuestras tardes de verano por nuestra querida Madrid. También estaba el plan de cuando te quedabas sola en casa y nos invitabas a todos a ver una peli, ¡y que no faltase la Cocacola y las chucherías!

Pasábamos un mal trago cuando una se iba a la playa, a la montaña o de campamento porque antes no teníamos el maravilloso invento del whatsapp para estar disponibles a todas horas. Pero los reencuentros eran los mejores, sin duda.

Durante el curso, la cosa estaba más complicada porque las dos ponemos mucho entusiasmo en lo que hacemos, en nuestros estudios, en nuestras cosas, pero siempre nos quedaban nuestras quedadas de fin de semana, los domingos en misa o las oraciones del último viernes de cada mes.

Ya no te quiero contar sobre los viajes... Nuestro primer viaje, Roma, ¡qué nivel! Como dos niñas pequeñas junto a Sela, Noe y Lydia nos embarcamos en una aventura impresionante: haciendo fotos a todos los rincones de Roma, intentar hablar italiano haciendo acabar todas las palabras en "ini", nosotras y nuestros intentos de cruzar las calles de Roma, los desayunos, las comidas hartándonos de pizza, pasta, pasta, pizza, y por la noche, crêpes. Comprar todo lo habido y por haber para nuestras familias, que nadie se quedase sin un recuerdo, subir a la cúpula de San Pedro y divisar toda Roma. No cambiaría ese viaje por nada del mundo.

Ese verano cuando coincidimos en Gandía y nos veíamos por las mañanas en la playa tomando el sol, jugando al volley o haciéndonos fotos una detrás de otra.

Recuerdo también con mucho cariño nuestras últimas vacaciones en la playa, que elegimos ser compis de habitación, y sin duda, has sido, eres y serás, la mejor compañera de habitación que se pueda tener. Yo, maniática del orden, te adaptaste a mí a pesar de tus desórdenes jajajaja. Me encantaba dormir la siesta juntas, llegar de fiesta y mirarnos con caras de "quiero dormir" y no decir ni una sola palabra y caer rendidas en la cama, sujetar la puerta de la habitación para que nadie entrase mientras nos poníamos el bikini...

Ya ves, el tiempo pasa rápido, pero que muy rápido y estos años contigo han sido sin duda los mejores. Porque contigo las cosas son simples, como nuestras quedadas. Ante un problema, Belén tiene la solución o un consejo. Cuando quieres quedar con alguien, ahí está Belén para quedar contigo. Contigo es todo tan fácil Belén, que contarte cualquier cosa es el mejor de los alivios.

Y me he dado cuenta, con el paso del tiempo, de que ya no puedo tratarte como a una hermanita, sino que ahora estamos de tú a tú, sin diferencias de edad, porque lo que más me gusta de ti Belén, es que a pesar de la diferencia de edad, se puede hablar de cualquier cosa, con madurez y cada día me sorprendes más.

Madura y con las cosas claras, con fuerza, decidida, que ríe a todas horas a pesar de los problemas, incapaz de preocupar a los demás con sus problemas, un poco (bastante) alocada, polifacética, chica todoterreno, que no para quieta, en su nubecita que muchas veces no tiene los pies sobre la tierra, leal, sincera,... Aunque podría seguir, creo que este pequeño párrafo te define a la perfección y he encontrado en éste, que te pareces taaaaaanto a mí, que no me había dado cuenta antes. Y yo que pensaba que eramos muy diferentes y que por eso congeniábamos, ¡pero es todo lo contrario!

Muestra al mundo cómo eres, sin miedo, porque eres un diamante en bruto por descubrir. Te haces notar por donde vas, te haces querer donde estás y derrochas amor y energía a los tuyos. No pares, eres una fuente inagotable de energía. Sigue así, porque todo lo que te propones, sin duda lo conseguirás.

Felices 20, Belén, espero poder compartir muchos más momentos juntas, pero sobretodo, que nunca nos falte una colina, una bolsa de pipas, una Cocacola, algo de que hablar y muchas risas.

Te quiero.



lunes, 2 de junio de 2014

Carpe diem

Esta vez voy a ser breve. No va a ser como esos largos escritos que tanto me gustan.

Hoy quiero cambiar, porque sí.

El mes de mayo ha sido una auténtica locura. Así como hay meses que pasan sin más, éste ha sido intenso, muy intenso. 

Cada semana había una nueva historia que contar, y eso me encanta. Pero me acabé dando cuenta que muchas historias se repetían. Y que iban a peor.

Y que un día estabas en lo alto y al día siguiente volvías a chocarte con la realidad.

A pesar de eso, siempre pienso en mi frase favorita: Carpe diem.

Esa que me da fuerzas cada día, que no me hace preocuparme por el futuro porque siempre que pensaba en él, era un verdadero suplicio. Eso se lo dejo a la Beatriz del futuro.

Disfrutar del día como si fuera el último, aunque haya días malos. Se cierran puertas, pero hay ventanas que se abren de par en par. Todo pasa por algo. Todo se puede cambiar. Al final, todo irá bien.




martes, 27 de mayo de 2014

Un soplo de aire fresco

Llegó en una de sus famosas reuniones. De esas de quedarse hasta el amanecer. Nueva en esto, decidió no participar mucho ya que era la primera vez que asistía a esas reuniones.

Era un día de verano, a la vuelta de un viaje de desconexión y conocer gente nueva era algo positivo. Pero seguro que era lo típico, seguro que ya no se verían más.

¡ERROR! Cada vez contaban más con ella y se sentía parte de ese grupo del sexo contrario. Una única chica pero que encajaba a la perfección. Todos eran muy diferentes y ella no paraba de reír. Se sentía bien, y lo echaba en falta: sentirse libre, ser ella misma en un ambiente distinto.

Era la novedad. Y ella no se había dado cuenta hasta ahora. Y lo mejor de todo, es que le gustaba.

Hace poco le dijeron: "Pero, ¿no te estás dando cuenta de lo que estás haciendo? Que sin hacer nada, como tú eres, tú misma, estás rompiendo los esquemas. Eres ese aire fresco que todos ellos necesitaban".

Ufff, aquellas palabras la habían dejado en shock. Pero su amigo tenía toda la razón del mundo. Entró con timidez en ese mundo y ahora se sentía la reina del mundo. Que ella podía conseguir todo lo que se propusiese, siendo ella misma, sin tener que dar explicaciones a nadie.





domingo, 4 de mayo de 2014

Menos es el nuevo más

Hay gente que se conforma con poco, muy poco. Son de esas personas que le gustan los pequeños detalles: un abrazo en el momento adecuado, una mirada, un mensaje inesperado, una visita al salir de clase, unas cañas en un bar... Cosas simples que se valoran el triple.

Y cuando faltan estas cosas, el día a día se hace cuesta arriba. Y aunque suene un poco extraño, las cosas que más llenan son las más insignificantes, en las que no entra el dinero de por medio, las que se dan sin motivo alguno, solamente por ver a la otra persona sonreír o ver esos ojos que brillan, por la simple palpitación de ambos corazones.

El no pedir nada a cambio es un gesto enorme pero muchos se acaban acostumbrando a esto, y puede ser fatal. Que no se quiera nada no quiere decir que no se necesite. El problema empieza cuando tras el paso del tiempo, se pierde esa chispa y no solo hablo de relaciones sentimentales, sino en cualquier relación entre dos personas (familia, amigos, compañeros,...) y ahí todo se empieza a desmoronar. Tiene que ser un toma y da, ahora yo tiro y después tú; así se mantiene el vínculo, que cada vez tiene que hacerse más fuerte para afrontar las dificultades.

Los estudios, el trabajo, la pareja, y otras actividades muchas veces nos alejan de esos vínculos, que en un principio, eran sagrados. Y vamos conformándonos cada día con menos, a que nos den menos porque lo ves como normal y como consecuencia, tú das menos también. Un vínculo no se alimenta así. Pronto vas notando como algo empieza a hacer crack. Al principio, no le das importancia, pero después te das cuenta de que todo se viene encima. Solo quedas tú en la inmensidad. ¿Y qué hacer? Mente en blanco.

Recordad que las relaciones son cosas de dos, que si uno cae el otro también, y lo que mantiene viva esa chispa son esos pequeños detalles, que hacen que la vida sea GRANDE.



sábado, 19 de abril de 2014

Capitán de tu alma

Que nadie lleve el control de tu barco, que eres tú quien debe llevar el timón, para eso eres el capitán.

Coge un mapa y planea tu viaje. Diseña la ruta según lo que te diga tu corazón, como los marineros confían en su brújula. Escoge una tripulación la cual, si el barco se hunde, estén ahí contigo, achicando agua.

Emprende tu viaje en contra de lo que digan los demás. Muchos dirán que fracasarás y que volverás con las manos vacías y que será un viaje en balde, pero eso lo dicen las personas que son cobardes, que no quieren ver que triunfas, que son envidiosos.

Descubre nuevas tierras y alza orgulloso tu bandera porque siempre tienes que estar orgulloso de tus triunfos. Que las aventuras no acaben. Enciende una hoguera, y que a tu alrededor estén los que te alientan a continuar con tus sueños, los que hacen que valores más tus días, los que no necesitan explicaciones, los que no juzgan, los que no mienten, los que están a tu lado sin razón alguna, sólo porque te quieren, los que hacen la vida un poco más fácil.

Encuentra tesoros, porque en eso consiste tu viaje. No te des por vencido, al fin y al cabo, todo esfuerzo tiene su recompensa. Y no hay cosa de la que esté más segura en la vida. Esto es así. El tesoro no se va a mover, el que se tiene que mover eres tú, el tesoro es para los que no se rinden y buscan en la isla desierta a pesar de la sed, el hambre o el cansancio.

Pero como en toda expedición, puede haber naufragios. Mantén firme el mástil y no dejes que se rompa, porque es lo que sujeta las velas, lo que te hace deslizarte por el agua. Sujeta fuertemente el timón, guía el barco en la dirección que tú quieres tomar, sin que nadie te coaccione, no te dejes llevar por la corriente porque si no, inevitablemente, te arrastrará al fondo del mar. Y si no puedes, pide ayuda. No estás tú solo en el mar, puede haber más barcos que te ayuden, pero tienes que dejarte ayudar. 

Tu barco es tu bien más preciado, al igual que tu alma. Define quién eres, es tu esencia, tu yo interior, lo que te llena por dentro y lo que los demás valoran. No dejes que nadie te la copie, porque es inimitable; no la prestes, porque es intransferible; no dejes que nadie juegue con ella, porque no es un juguete. Y aunque parezca mentira, es irrompible.

Porque sólo tú eres el amo de tu destino, el capitán de tu alma...



jueves, 17 de abril de 2014

La vida es como un frontón

El otro día me acordé de cuando tenía unos 10 u 11 años y me pasaba las horas muertas jugando en el patio de atrás de mi casa después del cole (con los deberes hechos, por supuesto). Teníamos un grupito bastante majo de vecinos, todos más o menos de la misma edad; año arriba, año abajo. Me encantaban esas tardes en las que el toque de queda eran las 9 para subir a casa a cenar, si no, ya estaba cualquier madre gritando desde la terraza para que subiéramos. ¡Uy, si subíamos...! Raudos y veloces porque el castigo era no bajar al patio al día siguiente (typical Spanish...).

Jugábamos a un montón de cosas: al escondite, a liebre (variante del escondite), a la comba, a balón prisionero, a la goma, y al frontón o a un "que no caiga" como nosotros lo llamábamos. Éste último me gustaba especialmente, ya que se me daba bastante bien y siempre quedaba de las últimas por eliminar.

Los más peques normalmente eran eliminados al principio (pobrecitos míos), pero he de decir que algunas veces, los mayores les dejábamos ganar. Yo como era de las mayores (por no decir la mayor de todos), quedaba en la final casi siempre, y muchos me temían jajajaja (suena muy película americana, pero es que era la verdad).

Pues bien, la sensación esa de estar con tu vecin@ en la final era un subidón de adrenalina de los buenos. Y hace poco, me vinieron esos recuerdos tan bonitos. Y es que es verdad, la vida es como un frontón: Todos, tarde o temprano, tenemos lo que nos merecemos, tanto para bien como para mal. La ira con la que das a la pelota, vuelve a ti, con efecto rebote, incluso con más intensidad. Pues con la vida pasa lo mismo; ella te devuelve lo que tú le has dado.

Tenías que tener cuidado y casi tirarte en plancha cuando habían tirado la pelota a la esquina. Esto me recuerda a que tienes perseguir lo que quieres, lo que sueñas, ir a por todas, y si hace falta, tirarse en plancha en suelo duro.

Lo que yo odiaba eran esas bolas con efecto, que parecían que iban hacia un lado, corrías en esa dirección y ante tus ojos se iba hacia el otro lado. La vida da muchas vueltas y nunca sabes donde vas a acabar, y cuando crees que todo va en un sentido, la vida da un giro de 360º. Ojo, tanto para bien como para mal.

Perder "vidas" durante la final tontamente podía ser fatal. Nosotros jugábamos en la final con tres vidas y eso te daba un poco de margen. Tirar por debajo de la línea te hacía perder una vida. La vida siempre da nuevas oportunidades para poder cambiar, y lo más importante, aunque estés bajo mínimos, por debajo del límite y pierdas varias "vidas" durante un tiempo, siempre se puede remontar, porque nada está perdido, nunca te rindas.

Todo depende del toque con que le des a la bola, quería decir a la vida...



martes, 15 de abril de 2014

Dejarse la piel

Insomnio. El mejor de los momentos para ponerse a pensar, divagar, escribir,... Hace poco alguien me dijo que ante noches de insomnio, había que hacer otras cosas para conciliar el sueño, para poner las ideas claras, para dejar de pensar en lo que hace daño... Y eso es lo que voy a hacer ahora.

Cuando todo te viene de golpe es como uno de esos horribles días de lluvia intensa, que da igual que lleves el paraguas, al final acabas con los zapatos encharcados, el brazo con el que sujetas el paraguas, mojado, ese bolso que tanto intentas proteger de la lluvia, mojado también y para colmo, el pelo encrespado. ¡Vaya panorama! Por eso odio tanto los días de lluvia, porque a parte de mojarte y de que el cielo está gris, no puedes controlar la tempestad. Pues más o menos es lo que me está pasando ahora.

Me gusta eso de hacer de heroína y hacer muchas cosas a la vez, ir contra natura, resolver todo en poco tiempo, eso que ahora está tan demodé y que tanto me aburre ver y leer en puestos de trabajo y que tanto demandan las empresas: "capacidad para resolver problemas en poco tiempo, eficiencia". 

Pero llega un momento que el río se desborda y tienes tantas cosas en la cabeza que tiene que haber un momento de sentarte y pararte a pensar qué está pasando. Y te das cuentas que al final, siempre es la misma mierda de siempre y que si ya se le suma que el entorno tampoco ayuda, ¡pues estamos apañaos!

Descubres que en todo ese tiempo de dejarse la piel, se te ha pasado lo más importante, cuidarse y mimarse a uno mismo. Estás tan ensimismado de que todo salga bien, las cosas que haces, con la gente que estás que descuidas este pequeño gran detalle.

Vas abriendo los ojos y sientes que luchar por los demás ya no es una inversión muy rentable, sino que a veces es muy arriesgada y conlleva muchos costes (ya va asomando mi mente económica...) Pero en realidad es así. Que por más que te preocupes por la gente, no te va a generar ningún beneficio ya que eso del yo, mí, me, conmigo es el nuevo must have. Que eso de la empatía ya se ve muy poco y si se ve, es un milagro.

Así que, como diría mi abuela, "nadie escarmienta en cabeza ajena" (bendito refranero español que tiene refranes para todas las situaciones. Recordadme que alguna vez escriba algo sobre esto...). Y ya como que la cabeza te lo está vaticinando: pues es tan fácil como pasar y dejar que las cosas sigan su curso, que nada te altere, porque la gente no cambia y menos por otra persona, y en el caso de cambiar, sería por uno mismo, ahí queda eso...

El domingo pasado, durante la misa del Domingo de ramos, al llegar la homilía, yo siempre me emociono cuando llega esta parte porque te deja con ganas de más, y sobretodo, reflexionas. Pues bien, haciendo un resumen, el cura dijo algo así como que todos los años tenemos una oportunidad de cambiar, para los cristianos, la Semana Santa es el momento adecuado y a mí no sé por qué en Semana Santa siempre estoy entre dos aguas. También dijo que amar es el signo inequívoco de sentir que estamos vivos y que hay que amar a pesar de todo. Pero es una afirmación un tanto difícil de cumplir, ya que uno tiene la intención y lo hace, pero eso muchos no lo ven y ahí es cuando llegan las dudas. Y que lo mejor que puedes hacer es centrarte en ti mismo, que la tempestad pasará porque los días lluviosos no duran eternamente.

Son las cosas de dejarse la piel...




jueves, 20 de marzo de 2014

Ambiciones

Toda persona tiene un sueño, mejor me lo pones si tiene varios sueños que cumplir. Muy diferentes dependiendo de la persona. Los míos hasta hace bien poco los veía como inalcanzables como algo irreal.

Los iba apuntando en la famosa lista de propósitos de cada año y me sorprendía porque había conseguido casi todos. Esta orgullosa de mí misma, y así lo reflejaba: poniendo un tick cada 31 de diciembre cuando echaba un vistazo a la lista y me ponía a escribir la nueva lista.

Y como soñar es gratis, nos gusta soñar, y mucho, porque los sueños no acaban nunca. ¿Qué sería la vida sin sueños? Nada.

Este año es una locura. Hay tantas cosas que van a terminar, otras tantas que van a empezar y otras por las que luchar para que continúen... Estoy en un lío bien gordo. Pero me he dado cuenta con el paso del tiempo, que me gustan los cambios, avanzar cada vez más hacia lo que quiero y que hay tantas puertas y tantos caminos por tomar, por no cruzar, que será toda una aventura. 

Este año acabo mi amada vida universitaria, y el horizonte que me viene es amplio no, amplísimo. Este año, aparte de sufrir por la intensidad del último curso, está siendo un año de pensar, de crear, ya no tanto de estudiar de memorieta y soltarlo en el examen, no. Implica algo más, y me gusta. Somos como una esponja a la que estrujan y que quieren que salga espuma, pues igual que las ideas. Ideas de aquí para allá: creatividad. Aplicar todo lo que has dado estos años y que se vea reflejado en tu trabajo.

Aparte de mis estudios, siento que tengo muchas que hacer y eso que ya he hecho bastantes. Soy un culo inquieto, no paro. Muchos amigos me dicen que cómo puedo hacer tantas cosas a la semana y de tan diversa índole. Mi respuesta es simple: "Porque me gusta estar ocupada y hacer un montón de cosas". No tengo límites y cada vez mis sueños y ambiciones son más y más grandes. No quiero dejar de sentir esta fuerza, estas ganas de todo, que me ayuda a levantarme cada día y a conseguir lo que quiero.

Así que no persistas, ponte grandes metas: Asómbrate, no tengas miedo de sentir que no lo vas a conseguir porque eso hará que te impulses con más fuerza para conseguirlo. Renueva tus deseos, sueños y ambiciones. Que ese sentimiento recorra tu cuerpo. Vive intensamente. Si lo sueñas, haz que pase.

"La posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante". Paulo Coelho


domingo, 16 de febrero de 2014

Octavo capítulo

Necesitaba escribir esto como el fumador necesita el piti de por la mañana. Tengo mono. Y es un no parar, una adicción.

He de confesaros que tengo un libro secreto con historias bonitas y no tan bonitas de mis experiencias. Un día me negué a continuarlo, a dejarlo guardado en el cajón de la mesilla por si algún día, lo retomaba. Han sido unas cuantas veces las que lo he vuelto a desempolvar, cerrando capítulos, en la que la protagonista aprendía en cada capítulo una valiosa lección pero ese libro es la perdición, es irresistible.

Todos los capítulos eran diferentes entre sí, contaban diferentes historias. Una historia por capítulo. Y el lunes acabé con el octavo, muy a mi pesar, porque me gusta que los capítulos sean largos y que duren pero aunque sea la que escribe el libro, los otros personajes precipitan siempre el final.

Este último ha sido diferente a los demás, no sé explicarlo muy bien, pero a la protagonista le pilló en un buen momento. Ella, que tomaba las decisiones según los hechos y no en las palabras, aunque a veces precipitadamente; esta vez, acabó el capítulo porque ella así lo quiso. Quizás para que la cosa no siguiera a más, para no darse de bruces otra vez aunque era imposible negar lo evidente entre ellos.

No sé cuándo llegará el noveno capítulo, me apetece guardarlo durante una temporada para que repose. Es un corazón cansado. 

Pero aunque sean diferentes historias, se repite la misma temática y es algo que puede resultar aburrido para la protagonista y pesado para mí. Ella quiere acción, salir ilesa de cualquier situación, pero en estos temas las heridas de guerra son constantes.

Mirándolo bien, el nueve siempre ha sido mi número de la suerte. ¿Querrá decir algo? ¿Será el noveno capítulo, el capítulo final del libro?

Algún día encontrarás un corazón a la altura de tu inocencia.



martes, 21 de enero de 2014

Desaparecer

Es la típica canción que tienes en el reproductor y que no paras de escuchar, esa que esperas que salga en modo aleatorio o simplemente la buscas para escucharla miles de veces seguidas.

La canción es un poco triste, sí, pero ya sabéis que yo soy dramática, a veces, sólo a veces. Ya no tanto, que quede claro. Antes no podía dejar de escucharla: ese ritmo, esa letra que definía tanto mi estado emocional en esos momentos... Me prometí a mí misma que cuando dejase de ser ese alma en pena, viandante de la ciudad de Madrid, no volvería a escucharla.

Ahora, que veo todo desde un punto de vista diferente, observando desde la distancia cada movimiento. Cautelosa con mis pasos, pero siempre paso a paso. Sin prisa pero sin pausa, como diría mi padre.

Pues bien, el otro día iba en el tren escuchando música, tenía el modo aleatorio (como siempre), y de repente vi reflejado en la pantalla: Beyoncé - Dissapear. ¡Oh Dios mío, la canción! Intenté mantener la calma y en un fragmento de segundo tomé la decisión: en vez de pasar de canción, subí el volumen de ésta. Totalmente al contrario de lo que prometí, sí. Pero yo misma me sorprendo de esa capacidad que tiene el cerebro de adaptarse a las circunstancias. 

Esa canción, me recordaba a momentos del pasado, a emociones del pasado, a pensamientos del pasado. Yo me reía por dentro, ahora la canción se tornaba de otro color, de otro significado para mí. "Desapareció ese antiguo yo" ese fue mi primer pensamiento nada más subir el volumen, y sigue siéndolo ahora. Porque claro que tenemos canciones para cada momento de nuestra vida (o al menos yo), y que nos traerán buenos y malos recuerdos, pero tranquilos, escuchadlas de nuevo, porque se pueden dar mil interpretaciones diferentes según lo que sientas y pienses en ese momento para así daros cuenta, de lo que pueden cambiar las cosas de un tiempo a otro y si notáis que con el paso del tiempo, todo ha ido a mejor pues, ¿para qué queremos más?



martes, 14 de enero de 2014

Imperceptibles

Después de la tormenta siempre vuelve la calma, o al menos eso dicen. Aunque digo yo que si sale un poquito el sol, no estaría nada mal.
 
Disfrutar de los rayos de sol siempre viene bien, por eso el verano gusta tanto a la gente.
 
Cuando ya no das vueltas y desvarías llegas a la tranquilidad. Una tranquilidad aprendida y anhelada a lo largo de los años, en los que ya no te frustras como antes, mantienes las cosas a raya. Ni te inmutas ante palabras falsas o actos sin sentido. Simplemente, pasas, como la vida misma. A estas alturas de la película ya no puedes hacer un mundo de todo y quejarte por cualquier tontería, ¡Madurez ya! La madurez implica estabilidad y tranquilidad. Creo que si unimos los puntos podéis llegar a la conclusión de que a la tranquilidad se llega cuando eres maduro.
 
A mí me está pasando esto (o eso creo yo). ¿Y cómo lo sabes? Os estaréis preguntando. No sé daros una respuesta certera, pero lo que sé es que aunque haya estabilidad y tranquilidad, tiene que haber ciertos cambios. Sí, puede parecer muy ilógico pero es así.
 
A ese grado de tranquilidad o estabilidad se llega de la forma más inesperada, sin avisar, para que no te enteres y te sorprendas. A través de pequeños instantes, como estos...
 
Ese pequeño instante en el que sientes que todo marcha bien, que tras varias idas y venidas, tras mancharte de barro por caminos sinuosos llegas a ese pequeño oasis del desierto.
 
Ese pequeño instante en el que sabes lo que quieres y no pararás hasta alcanzarlo.
 
Ese pequeño instante en el que todo sale como tu quieres en el momento que tu quieres, sin prisa pero tampoco llegando demasiado tarde.
 
Ese pequeño instante en el que llevas las riendas de tu vida y que todo está bajo control.
 
Ese pequeño instante en el que sabes que estás haciendo lo correcto y la conciencia no te llama a gritos diciendo que hay algo que estás haciendo mal.
 
Ese pequeño instante en el que te arriesgas y no miras atrás.
 
Ese pequeño instante en el que nada ni nadie te detendrá.
 
Ese pequeño instante en el que sientes que haces las cosas que te gustan y no porque te lo diga nadie.
 
Ese pequeño instante de miedo antes de tomar una gran decisión. Ser maduro no significa que no sintamos miedo, al contrario, ¡admitir que tenemos miedo es de personas maduras!
 
 
Pues esos instantes duran poquísimo, tan solo unos segundos, son casi casi imperceptibles, como las estrellas fugaces de una noche de verano. Si ya has sentido alguno de estos instantes, bienvenido, ¡ya eres una persona madura!
 
Ahora, hay que hacer una cosa más, pero pequeña. Extender esos pequeños instantes y que se conviertan en instantes de las 24 horas, de los 365 días, de todos los años de tu vida.