El otro día mientras comía en el trabajo, mi jefe me dijo: "Bea, el 2014 va a ser un año genial". Y yo respondí: "¿Y eso cómo lo sabes? ¿Eres ahora Rapel, o qué?". Se rió y simplemente me dijo: "Porque lo sé y punto. Los años que acaban en par son mejores para mí". Yo sonreí y no supe muy bien qué decir. Es cierto que muchas personas miran si el año es par o impar y la mayoría apuesta por los pares. ¿Y yo qué era, de pares o impares? Eso me hizo recordar el 2012 y el 2013 y pensar cuál había sido mejor. Eran incomparables. Cada uno había tenido sus cosas mejores y peores. Me declaraba neutral, como Suiza.
El 2013 pasó como una ráfaga ante mis ojos (y a tiempo real también había pasado rapidísimo) mientras comía del tupper que me había preparado mi madre. Estuve todo el día dándole vueltas, haciendo un balance anticipado. Ahora es el momento de hacerlo y puedo decir sinceramente que aunque haya sido un año impar ha sido un año increíble.
Los 20 han traído en mí un cambio de década, pero sobretodo, madurez. He llevado todas mis emociones al límite, he aprendido, he vivido, he sido y soy feliz. Sin lugar a dudas, he hecho un trabajo interior indescriptible de lo que estoy totalmente orgullosa que hacía bastante falta. Me he conocido a mí misma, sabiendo cuáles son mis virtudes, potenciándolas, y defectos, corrigiéndolos. He conocido mis límites llegando a la conclusión de que soy más fuerte de lo que pensaba.
Ha sido un año increíble, pero raro, de contrastes, como dice el título. La felicidad ha llamado a mi puerta después de tanto tiempo, pero también me he encontrado con la tristeza, el dolor, porque aunque no lo parezca este ha sido un año durísimo.
He descubierto la independencia, el ser el dueño de tu destino, el sacarte las castañas del fuego como diría mi padre. Esto me lo ha dado mi primera experiencia laboral, donde tienes que hacerte notar, dar lo máximo de ti, hasta casi quedarte sin aliento.
Tanto en el trabajo como en la calle he aprendido a no dejarme pisotear, a hacer oídos sordos a las críticas, porque es la envidia lo que les corroe, pero no me verán caer, porque yo soy más fuerte que todo eso.
He vivido de cerca la muerte de gente que quería. Toda una verdadera lástima. Ver cómo tu corazón se va rompiendo poco a poco al ver a personas que quieres llorar de dolor y tristeza. ¡Qué pena que no puedan ver el año que nos espera aquí en la vida terrenal! Supongo que allí arriba en el firmamento entre estrellas, Él los cuidará. Verán desde arriba cómo aquí no perdemos la esperanza y que siempre nos acordaremos de ellos.
Me he chocado de nuevo con la mentira, la soberbia, el egoísmo, la envidia y las falsas promesas de gente de mi alrededor. Intentando encontrar un por qué, una explicación lógica a todo pero no la encontré quizás porque no entra en mi mente ese tipo de comportamientos. Pero como dice una buena amiga mía, la gente al final acaba volviendo arrepintiéndose de lo que han hecho mal. Yo, espero que sea así.
¡Pero todo no han sido cosas malas! La felicidad llama a tu puerta cuando menos lo esperas como ya he dicho antes, pero siempre después de un gran esfuerzo y esperanza en el futuro. Mis gafas de miope, hacen que vea de otro color las cosas, la vida en general, porque las cosas malas no duran eternamente y sé que lo mejor está por venir.
He vivido más de cerca la amistad. Esa palabra un poco dañada por el paso del tiempo. Por todas esas personas que siguen estando conmigo año tras año, ayudándome, apoyándome, queriendo seguir formando parte de mi vida, por hacerse un hueco en mi corazón a las que estaré siempre agradecida y que a pesar de las dificultades, seguimos estando al pie del cañón. Por todas esas maravillosas personas que he conocido este año y que están siendo proyecto de algo grande. Por todas esas personas que se han separado de mi lado, por unas razones o por otras, ya da igual, aquí libertad... Porque encuentren y disfruten de la palabra felicidad igual o mejor que yo. Que aunque sigamos caminos distintos, una vez estuvieron juntos y lo aprovechamos al máximo, para que quede constancia.
He valorado un poco más a personas de mi entorno que había dejado olvidadas y que ellas seguían luchando por mí sin yo darme cuenta. Me arrepiento de ello y os lo pagaré con creces porque se han convertido en algo muy importante en mi vida.
La fe ha sido el regalo más grande este año. Este año he dado el paso, este año me he confirmado. Este año soy más cristiana con mi fe, mis acciones, mis pecados, mis confesiones, mis oraciones y mi confianza en Ti. Sé que me estás preparando algo grande, yo te recibo y recibo lo que me traigas con mucha fuerza, amor y valor. Gracias por no olvidarte de mí y quererme tal y como soy.
Poco queda más que añadir a este año de idas y venidas, de subidas y bajadas como una montaña rusa. Sólo pido al 2014 algo más de tranquilidad, esperanza, amor y que vaya todo un poquito mejor que el anterior, porque nos lo merecemos, todos.
Creo que me dejo muchas por contar pero he intentado resumir todo lo mejor posible. Iré contando mis nuevas aventuras con nuevas entradas para el 2014 sobre mis viajes, mi familia, mis amigos, mis inquietudes, mis miedos, mis descubrimientos, mi vida, al fin y al cabo.
¡Feliz 2014!